viernes, 18 de mayo de 2018

EL PELIGROSO JUEGO DE LAS ASEGURADORAS

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Las compañías aseguradoras juegan o desarrollan su labor en el filo de la navaja. Solo necesitarían que los clientes asumieran lo que de verdad aseguran para que, si se pudiera, quedaran solas. Si se trata de un seguro de hogar, aceptando que es posible que existan algunas que no actúen de esta forma, la realidad es que, en caso de necesidad, es decir, que no se trate de unas goteras que le aparecen al vecino de abajo, algún arreglo en el cuarto de baño o un cristal a renovar, a la hora de la verdad te quedas solo con tu problema. Pero la cosa no queda ahí, porque lo inmediato que te ocurrirá es que te comunicará que dejas de ser su cliente. Así de sencillo y autorizado por el Estado, que para eso conforman un “lobby” de fuerza descomunal capaz de quitar y poner gobernantes. Esta actitud es la misma si se trata de un seguro de vehículo. De forma inmediata, la aseguradora pondrá en tu conocimiento que dejas de estar cubierto por su compañía, lo que, visto desde lejos, podemos entender que no tiene mayor trascendencia, porque contratamos con otra y se acaba el problema. Sin embargo, no es tan sencillo, puesto que las personas que tenemos un seguro del tipo que sea estamos controlados por las compañías en un registro general en el que constan la totalidad de los accidentes en los que hemos estado inmersos, incluidos los que ni siquiera han sido de nuestra responsabilidad porque el golpe nos lo han dado a nosotros y, además, tenemos toda la razón de nuestra parte. Hoy es suficiente con dar un parte para que seas despedido de malas maneras y sin posibilidad de reclamar. En el mejor de los casos, el costo de la póliza sería prohibitivo para el más pintado, de cobertura limitada y con franquicia disparatada.

Así está el mundo del seguro en general y el del coche en particular. Y todo porque los intereses económicos de algunas compañías han acabado con cualquier tipo de resquicio legal desde el que tener derechos como usuarios contratantes. Las aseguradoras, conscientes de que no es posible un colectivo fuerte y decidido entre los propietarios de vehículos, con alevosía y nocturnidad quitan y ponen derechos y obligaciones sin dar pábulo interesadamente a sus decisiones. El resultado es que los usuarios se ven obligados a un calvario insoportable recorriendo aseguradoras que los acepten sin imposiciones previas, obligándoles a tener su automóvil parado porque no disponen de una póliza de seguros que se lo permita. Y si esta situación la vive el particular muy preocupado, no les decimos nada de los profesionales del volante, como taxistas, repartidores, comerciales, etc., que lo tienen mucho peor por la dificultad de renovar  la póliza que les permita desarrollar su trabajo con normalidad y seguridad.

Con respecto a los precios de las pólizas, que es otro asunto que nos trae de cabeza, si cambias de compañía o estrenas vehículo y carné, atención, porque empiezas con una cifra que en un par de años es muy probable que abones el doble sin que exista comunicación previa ni siquiera en la letra pequeña de la póliza que firmas. De hecho, hace unos años, si querías reducir el coste del seguro, era imprescindible que no hubieras tenido ningún siniestro. Ahora no, ahora te elevan el coste porque sí avalados por el Gobierno, que es quien debía entrar a saco en este caso y evitar el saqueo al que somos sometidos por parte de algunas compañías de seguros. Las razones para que lo hagan impunemente ya las hemos expuesto y no creemos necesario repetirlas. Ahora lo que toca son actuaciones.