jueves, 17 de mayo de 2018

INCÍVICOS Y MALEDUCADOS EN LA ROMERÍA

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Con la semana del medioambiente por celebrar en nuestra ciudad como horizonte inmediato, ya que se desarrollará entre el 29 de mayo y el 5 de junio, nos adentramos hoy en la maraña o montaña de basura que hemos acumulado a lo largo de los días de romería por los caminos que conducen al santuario y en los alrededores, en las habituales zonas de acampada. Con los datos sobre la mesa, afirmar convencidos que estamos ante una situación insoportable, que la sierra se empobrece cada año y que actualmente está enferma en grado crónico, desde luego que no exageramos. Y esto es precisamente lo que no interpretamos del todo bien, ya que el esfuerzo que deberíamos hacer para evitar el descalabro medioambiental que representa la presencia de tantas personas en el cerro de la Cabeza lo entendemos llevadero y asumible, fácil y solidario por parte de los peregrinos y romeros, que, recordemos, somos unos simples invitados en el hábitat de la fauna y la flora de la zona. Se trata solo y exclusivamente de no tirar lo que nos sobra, sea lo que sea, donde nos venga mejor, que es lo mismo que ser responsables, educados, cívicos y capaces de dar ejemplo a quienes tenemos cerca. Y sí se puede, que eso debe constar en lugar preferente, porque, por ejemplo, las carretas, que mueven a miles de personas a lo largo del camino, del descanso en el Lugar Nuevo y de su estancia en la zona asignada en los aledaños del santuario, no dejan ninguna huella de su paso. Y lo han conseguido ellas y ellos entendiendo el mensaje de socorro lanzado por los responsables del entorno natural, que les rogaron complicidad en un asunto tan complejo como peligroso como es mantener los lugares comunes con respeto y objetividad. Y, oigan, si lo pueden hacer unos, ¿por qué los demás gustan de ser tan dañinos? Aunque pequemos de ingenuos, decididamente en sus casas estamos convencidos de que no son capaces de tirar lo que les sobra al suelo, en medio de la cocina o del salón-comedor. Y ni siquiera será necesario que alguien con autoridad les recrimine el acto en caso de que lo hicieran, porque es algo que forma parte de la educación mínima que un ser humano debe tener aunque no haya pasado por la escuela.

De los datos que poseemos de los días después nos dicen que el año pasado el total de residuos retirados fue de 110.300 kilos. Este año, en contra de lo que podíamos deducir teniendo en cuenta que ha aumentado significativamente el número de personas que se han desplazado hasta el santuario, ha sido de 109.850 kilos. En realidad, solo son 1.500 kilos menos, pero algo es algo. De hecho, debía servirnos como dato esperanzador de cara a los próximos años. El esfuerzo económico que ha hecho la ciudad, porque lo ha pagado el Ayuntamiento con nuestros impuestos, ha representado nada menos que 227 jornales, que tampoco es cantidad que pudiéramos pagar cualquiera de nosotros.