lunes, 7 de mayo de 2018

LA SUCIEDAD CAMPA A SUS ANCHAS

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Intencionadamente hemos dejado para hoy, pasados seis días de la vuelta a casa después de vivir y disfrutar nuestra romería, el asunto de la suciedad que dejamos al paso y que tanto daño infringe al medio ambiente. Por parte de los organismos responsables del parque natural se ha hecho un trabajo antes, durante y después de la cita mariana que calificamos de suficiente, y en él se ha cuidado especialmente el mensaje que debía llegar a la población en general y en especial a quienes se desplazarían al santuario de la patrona y su entorno, porque recordemos que el camino viejo ha estado repleto y lo mismo ha ocurrido con los aledaños del poblado. La respuesta, y a los hechos nos remitimos, ha sido no nula, ciertamente, pero sí manifiestamente insuficiente. Nuestro paso por el parque natural ha sido desastroso, vergonzoso y muestra una preocupante actitud por parte de quienes lo visitan y que no es otra que una falta de respeto y una osadía peligrosa para la continuidad de un entorno cada vez más enfermo que solo recibe por parte de quienes lo recorren menosprecio en grado sumo. Cierto que algo de esperanza sí que hemos percibido y que sustanciamos en las quejas de los cientos de personas que han fotografiado algunos de los entornos en los que más suciedad encontraban y lo han expuesto en las redes sociales con mensajes y calificativos del orden de que no vuelvan más o que ni siquiera superan a los cerdos en su cotidianidad. Y no exageran, porque les podemos asegurar que algunos de los lugares que han estado ocupados estos días, cuando levantaron el campamento, el aspecto fue de vergüenza ajena. Desde el Ayuntamiento y la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía se nos pedía respeto por el entorno, no tirar basura al suelo y, consecuentemente, utilizar los puntos previstos para ello. Pero, ¿ha servido de algo?

Decir que la sociedad a la que pertenecemos está enferma, que ha perdido parte de sus valores, su moralidad y su sentido de la solidaridad por lo que es de todos, exagerado no creemos que sea. Avalada está nuestra opinión por lo que vemos semanalmente en el parque empresarial Europa después del mercadillo, o cómo aparece este mismo recinto industrial los fines de semana una vez superado el botellón. Si unimos las tres citas, o sea, cerro, mercadillo y botellón, vemos que están unidas por el mismo defecto, por las mismas consecuencias, ya que en las tres la suciedad campa a sus anchas y, anunciamos, poco o nada se hace por parte de los responsables. Es posible que teman el rechazo popular, o que en el análisis que hagan del problema piensen más en los votos que en la solución o que sencillamente no tengan ni idea de cómo enfrentarse a ellos. Sin embargo, urge involucrarse en la solución o al menos en la reducción del impacto negativo que representa para el medio ambiente. Y desde luego que basta ya de poner sobre la mesa el dinero de todos para solventar parte del problema porque ya no cuela. Se exige urgencia y efectividad porque lo evidente es que aceptar que han ganado los malos, que se han salido con la suya los infractores, la verdad es que molesta. En el caso del cerro, las Administraciones deberían unir ideas y esfuerzos en hallar los mínimos obligatorios desde los que imponer medidas a cumplir sí o sí por parte de los visitantes. En la ciudad los problemas tienen otras perspectivas y éstas pasan por obligar a los mercaderes de los martes a que no arrojen nada al suelo con el aviso de que, en caso de no atender esta llamada, no puedan volver a colocar su puesto en este recinto. Si se trata del botellón, entendemos que vigilar con policía local a los jóvenes sabiendo que beber en la vía pública está expresamente prohibido, debe ser complicado, pero quizá pudiera servir el que se equipara adecuadamente el recinto de contenedores y aseos. Sea como sea, se debe actuar sin perder un minuto.