miércoles, 20 de junio de 2018

VACACIONES A PLAZOS

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Las vacaciones estivales, como todo el mundo sabe, nos sacan de nuestra residencia habitual al menos por una semana. Los que disfrutan de un mes o dos, evidentemente son unos privilegiados, aunque son los menos. Las agencias de viajes nos han preparado unas ofertas que no podemos obviar, al menos no a la primera, porque, además de la imaginación que ponen en convencernos, resulta que podemos pagarlas en un año y sin intereses. Entre nosotros, que siempre hemos solicitado préstamos para la romería, ahora protagonizamos un cambio radical en la búsqueda de dinero extra para situaciones extremas, como  es el caso de llevar a la familia a algún punto de ocio y de moda. Así, lo de pagar en cómodas mensualidades está claro que nos facilita el descanso y nos permite presumir entre amigos y familiares a los que, por supuesto, no les hacemos partícipes de cómo hemos conseguido el dinero para nuestras espectaculares vacaciones. ¡Faltaría más! Ya en la playa, que es el destino que mayoritariamente se elige, tratamos de coger color en cuanto llegamos y para ello invertimos en cremas solares capaces de ponernos morenos en unas horas. Y es que volver de unas vacaciones en la playa y hacerlo más blancos que cuando nos fuimos acaba siendo causa más que suficiente para que entre nuestros amigos sea causa de creer que se trata de un farol. Las cifras que manejan las agencias de viaje sobre la petición de vacaciones a pagar a plazos son mareantes por la cantidad de dinero solicitado, demostrando así que la necesidad de descansar y hacerlo como quienes cuentan  con recursos económicos más que suficientes nos atrae especialmente. Unos aseguran que se trata de envidia sana, como si hubiera clases de envidias; otros que de ganas de complicarse la vida, porque luego tienen que pagar la deuda adquirida y no siempre se hace de buena gana o se cuenta con fondos suficientes. Si acaso, para los que no lo tienen claro, decirles que, en contra de lo que pudieran deducir, aumentan las peticiones de este tipo de préstamos vacacionales.

Luego, una vez en el lugar escogido y con la familia con ganas de diversión y de consumir en exceso todo lo que se le ponga por delante, viene el otro capítulo, el de los gastos corrientes, que dejan de serlo desde el momento en el que nos encontramos fuera de nuestro lugar de residencia. Así, implantado está entre los veraneantes lo de las tres “pes”, es decir, el paseo, las pipas y la playa. Y ni un gasto extra más que debilite el escaso dinero con el que hemos acudido en busca del merecido descanso estival, porque aparecería la bancarrota y el descanso se convertiría en un calvario. Por lo tanto, la vida de este tipo de veraneantes no deja de ser la misma que la que tienen en su residencia habitual, o sea, acudir diariamente al supermercado más cercano y más económico en busca de los alimentos necesarios para hacer las comidas en el apartamento. Especialmente la esposa es quien recibe la mayor carga familiar, puesto que debe realizar las compras, cocinar los alimentos y hacer la colada. Luego de haber superado el reto diario, y si acaso, podrá disfrutar de algo de tiempo para acudir a la playa en busca de los suyos y de algo de descanso, pero que no lo tiene asegurado. Independientemente de cómo lo vean ustedes, a nosotros nos parece que lo de las vacaciones ha alcanzado un nivel de gastos que no todos podemos permitirnos y que influye decisivamente en la cuenta de resultados que las familias están obligadas a controlar para no sufrir contratiempos. Seguro que algunos de ustedes utilizan este sistema de vacaciones a plazos y a nosotros nos parece muy bien, ya que solo hemos intentado aclarar las legítimas razones de algunos y las dudas de otros.