El encarcelamiento del exduque de Palma, el señor
Urdangarín, ha dejado aparcada la actualidad nacional. Si acaso, el que el
Gobierno ande buscando apoyos para desmantelar el Valle de los Caídos tal y
como lo contemplamos ahora, ha difuminado mínimamente lo que se ha calificado
como de notición. Y se entiende, ya que eso de que entre en la cárcel un
miembro de la familia real, concretamente yerno del rey emérito y cuñado del
actual, no ocurre todos los días. Nosotros mismos, aunque es algo que nos queda
muy lejos, nos vemos obligados a participar con nuestro comentario si no
queremos perder el tren de la actualidad. Que no estemos a la altura de las
circunstancias o al menos no al nivel de los articulistas habituales en los
grandes medios de comunicación, ya sean radio, prensa, internet o televisión,
tampoco nos preocupa en exceso. Somos responsables de lo que escribimos, de los
que afirmamos y de lo que denunciamos, y el asunto del exduque lo conocemos
como para atrevernos a opinar sin ataduras ni óbices suficientes como para
quitarnos de la cabeza la idea de plantearles a ustedes nuestras cábalas. Lo
primero que conviene decirles es que este hombre, condenado por haber utilizado
su cargo para medrar en los gobiernos autonómicos, principalmente en Valencia y
Baleares, en ningún momento tuvo escrúpulos para pedir colocando al frente de
su petición a la Casa Real. Es más, hasta se llegó a especular sobre que el rey
ahora emérito usó sus privilegios para conseguirle las propuestas de ayuda
económica que él demandaba. Naturalmente, de este importantísimo detalle no se
sabe nada y en su momento se corrió un tupido velo que evitó la imputación, si
es que la hubo, de personaje tan importante. Dicho esto, entendemos que los
dirigentes políticos a los que visitó y pidió dinero para supuestamente
organizar eventos deportivos y textos especializados por los que cobraba hasta
trescientos mil euros y que luego resultaron ser copiados de internet, cedieran
inmediatamente a sus peticiones. Así lo dijo en su día Jaime Mata, por entonces
presidente de Baleares, cuando fue preguntado por el programa “Salvados”, en
donde dijo que cómo negarle nada menos que al yerno del rey el dinero que
pedía. Y se entiende. Lo mismo le ocurrió en Valencia y el entonces presidente
de la Generalitat, el señor Camps, no puso obstáculo alguno para la concesión
de una importante suma.
Así, sumados lo que a todas luces son flagrantes
delitos, el resultado ha sido la condena de poco más de cuatro años que le han
caído y de los que ayer comenzaba a cumplir. De acuerdo con las noticias que
hemos conocido con respecto a cómo le irá la vida en la cárcel de Brieva, en
Ávila, parece que no será lo dura que muchos españoles desean. Algunos partidos
políticos, como ha sido el caso de Podemos, ya han dicho que dispondrá de todo
tipo de beneficios y que la laxitud con la que habitará su celda y usará las
instalaciones del centro penitenciario serán claramente diferentes a las del
resto de presidiarios. Por supuesto, Instituciones Penitenciarias y el propio
centro ya han desmentido que así sea, aunque nadie lo crea y, sin embargo, la
realidad más compartida es que dispondrá de beneficios penitenciarios mucho
antes que cualquier otro recluso y que ni siquiera cumplirá los plazos
previstos para obtener la libertad condicional o cualquier otra mejora. Y no
podía ser de otra manera teniendo en cuenta cómo somos en general y la
facilidad con la que llegamos a conclusiones fulminantes. Así, de poco servirá
que nosotros defendamos o culpemos a quien ya lo ha sido por un tribunal de
justicia, que es quien está autorizado para ello. Lo que sí haremos es velar
armas mientras esperamos acontecimientos para, en su momento, volver a la carga
si es que el asunto lo merece.