Aunque el mensaje que llega a la ciudadanía es de que no pasa nada, de que todo va bien y de que en poco tiempo los proveedores cobrarán lo que se les adeuda, la realidad es que la cantidad aumenta conforme transcurren los días, y que si no anda más aprisa es porque las compras que hacen las diferentes áreas municipales son al contado, porque a crédito pocas son las empresas que a estas alturas se fían de las promesas de pago inmediato. Un colectivo agraviado por esta situación insostenible es el de las asociaciones y colectivos de nuestra ciudad, representadas por personas que se encargan de dinamizar infinidad de acontecimientos en nombre del Ayuntamiento y que al día de hoy no han recibido el dinero que se les debe por esta dedicación, un dinero, por cierto, presupuestado y que, por lo tanto, nadie entiende que tratándose de unas cantidades previstas con un año de anticipación aún no le hayan sido compensadas, empobreciendo de esta forma su dignidad y honor ante las empresas que les prestan sus servicios o les sirven los materiales que les demandan.
De entre las asociaciones y colectivos que la semana pasada reivindicaron el pago, no vimos a las que nacieron al amparo y abrigo del equipo de gobierno, no sabemos si porque con ellas mantienen las cuentas al día o porque no quisieron hacerle el feo de pregonar a los cuatro vientos su incapacidad para hacer frente a sus propios compromisos. Lo injusto de la situación es que las personas que están al frente de estos colectivos son las que dan la cara ante quienes les reclaman el pago de las deudas que han contraído con sus respectivas empresas, lo que les dificulta y complica la continuidad de su compromiso con el colectivo que constituye la asociación. Quizá esa sea la verdadera razón, es decir, que el no abonarle el Ayuntamiento las subvenciones pactadas y aceptadas responda a una política de acoso y presión en contra de quienes en general no coinciden ni con las ideas ni con los planteamientos del gobierno municipal y sí quienes fueron específicamente creadas con el único fin de magnificar su trabajo y enfrentarse a quienes no esté de acuerdo con sus decisiones.
Por otra parte, colectivos deben ser también para nuestros gobernantes los poblados, ya que tampoco para ellos, que, coincidencia o no, no están regidos por militantes de su partido, hay dinero. El proceso que genera el impago de la deuda tiene un recorrido muy corto y el fin se anuncia desde muy lejos, puesto que los representantes municipales de estos poblados, además de la asignación prevista en los presupuestos y acordada por todos los grupos políticos, acometen las obras y las mejoras que estiman necesarias y para las que solicitaron también dinero que no les llega. De hecho, la festividad de san Isidro se ha convocado y desarrollado en todos ellos gracias a la imaginación de sus representantes políticos, porque el dinero que tenían previsto recibir aún está por llegar. Suponemos, en línea con lo que ocurre con las asociaciones dependientes del equipo de gobierno, que de estar regidas estas poblaciones por compañeros de partido no tendrían problemas económicos de ningún tipo, como de hecho ocurre actualmente, confirmando con estas decisiones que la institución se utiliza con fines claramente partidistas y que quienes sufren esta injusta decisión no se merecen bajo ningún concepto semejante menosprecio público.
Por otra parte, algunos de los representantes de las asociaciones que acudieron a la lectura del manifiesto no quisieron estar presentes en el acto ni apoyar públicamente la reclamación, aunque sí desde la retaguardia, temerosos de la represalia que les podía llegar procedente de la autoridad, algo a lo que estamos desgraciadamente acostumbrados algunos empresarios, ciudadanos de a pie y, en general, quienes públicamente diferimos de sus postulados e intenciones. Sin embargo, acostumbrados o no, incluso alentados y convencidos de que este mal momento que compartimos hoy pasará pronto y de que las circunstancias en las que se desenvuelve actualmente la política local acabarán por poner a cada uno en el lugar que realmente nos corresponde, es inaceptable que estas personas, vecinas y vecinos decididos a mejorar la ciudad en todos sus aspectos, que trabajan desinteresadamente y que se entregan sin condiciones a las tareas que se les encomiendan, tengan que acudir a la plataforma mediática en busca de solidaridad para sus demandas y vergüenza para el que no las cumple.