viernes, 6 de junio de 2008

LA POLÍTICA O EL DINERO... ¿USTED QUÉ HARÍA?




Las personas que se acercan a la política lo hacen siempre con un interés concreto; para unos, porque están convencidos de que su participación en la política, sea local, provincial, autonómica o nacional, añade importancia a su historial profesional; para otros, porque están seguros de que sus opiniones deben ser tenidas en cuenta si su partido quiere prosperar. Finalmente, tampoco faltan los que lo hacen exclusivamente por las prebendas que devienen del cargo, sobre todo si éste se desarrolla en Sevilla o en Madrid. Y es que, además de la mundología que aporta eso de ir y venir o de quedarse unos días a la semana en cualquiera de estas dos ciudades conociendo gente nueva y demás, tengan ustedes en cuenta que el sueldo que reciben mensualmente, por si tuvieran alguna duda, acaba convenciéndoles a ellos y a sus familias. Y es que, ¿cómo le vendría a cualquiera de ustedes, si fueran designados por sus partidos y votados por la ciudadanía, un puesto de diputado en el Congreso? En caso de indecisión, tomen nota de estas cifras: su sueldo sería de 3.126,52 euros al mes, más 1.823,86 por dietas de desplazamientos. O sea, 4.863,38 euros por mes trabajado, lo que anualmente le permite un ingreso de nada menos que 59.392,56 euros. Y si la cosa marcha bien y el cargo lo mantiene durante los cuatro años de legislatura, esta suma se multiplica y el resultado que nos da es de 237.570, 24 euros. Para que lo entendamos mejor, si los convertimos en dinero de las antiguas pesetas, vemos que mensualmente el dinero que reciben sus señorías del Erario Público es 823.534 pesetas; anualmente, por tanto, 9.882.408 pesetas, y así, si sumamos los cuatro años de legislatura, el resultado es de 39.529.632 pesetas.

Si ustedes o su partido eligen que lo representen en el Senado, el sueldo es el mismo. Por cierto, sumen ustedes a las cifras que les hemos dado, que estas señoras y señores reciben dinero para pagar su teléfono y para informática, es decir, que les dan mensualmente 99,78 euros para el móvil y 49,90 euros para internet. Aparte, si tienen la suerte de ser designados como presidentes de alguna comisión, recibirán 1.590,34 euros más al mes. Como pueden comprobar, por mucho interés que algunos o algunas pongan en el desarrollo de sus respectivas tareas, lo del sueldo acabará por convencer incluso a los más reticentes y no debe de extrañarnos porque las cifras que les hemos dado quedan tan lejos de las nuestras, que nos parecen inalcanzables para nosotros. No tratamos de menospreciar o ensalzar su trabajo, pero sí de interpretar correctamente lo que supondría para cualquiera de nosotros recibir ese dinero conscientes de que no tendríamos un jefe al uso, que dispondríamos de más vacaciones de las habituales y que nuestra responsabilidad no iría más allá que la de votar lo que el partido nos diga.

Dicho esto, que por cierto leíamos la semana pasado en diario "·Jaén", concretamente en la sección "Con doble filo" que encontramos en la última página, es posible que ahora entiendan por qué algunas y algunos no quieren dejar el cargo por nada del mundo y otros y otras andan a la gresca en sus respectivos partidos exigiendo ascensos que les aúpen hasta el Senado o el Congreso. Y si no Sevilla, porque aunque no conozcamos estos datos, y que esperamos dárselos en poco tiempo, no deben de ser menos los ingresos que obtienen los parlamentarios. Aceptamos que algunos de ellos y ellas estén en la alta política desde el convencimiento más profundo y fundamentalmente por sus ideas, pero no tanto, ya que el dinero que reciben a cambio de hacer lo que más les gusta, porque para eso han elegido esta tarea, es realmente decisivo para no dudarlo.

En el caso que nos ocupa, es decir, la importancia que tiene el dinero para las cosas mundanas, está claro que éste no hace la felicidad, pero que ayuda y mucho tampoco lo ponemos en duda. Aunque les pese porque les situemos en posición tan crematística, estamos convencidos de que es precisamente por el dinero por lo que se desorganizan algunos partidos políticos, justo cuando a alguno de sus integrantes se les cierra el paso hacia puestos de más relevancia y responsabilidad, y, por tanto, con mejor remuneración económica. Eso sí, convengan con nosotros que entre la disciplina del partido y lo bien que hacen algunos el paripé, casi ni se les nota el cabreo.