
El problema de la accesibilidad en nuestra ciudad no creemos siquiera que haya sido tenido en cuenta por parte de ningún gobierno municipal de los que hemos conocido. Un simple recorrido por algunas de nuestras calles, plazas o avenidas nos muestra un panorama desolador. Cualquier persona que tenga un problema físico y que por éste se vea en la obligación de desplazarse con una silla de ruedas, o el caso de los invidentes, o incluso para las personas que trasladen a pequeños en sus silletas o carritos de la compra, lo tienen realmente complicado, si no imposible. Es evidente que no han sido tenidos en cuenta a la hora de hacer la distribución obligatoria que exige este tipo de equipamiento urbano, y, en contra de sus inalienables derechos, se les ha dado más importancia a estos objetos que a las personas. Las farolas, por ejemplo, señales de tráfico, carteles circunstanciales anunciando toros o ferias, árboles u otro tipo de arbustos, en contra del sentido común y la lógica más elemental, no están al borde del acerado o retranqueados sobre este espacio, sino en medio, como si quisieran dejar claro quién manda en esa zona y marcando su territorio. La consecuencia inmediata que se desprende de esta anomalía es que están obligados a descender al asfalto, con lo que esto supone de peligrosidad añadida al ya de por sí penoso discurrir de personas y vehículos por nuestra ciudad.
Si desde la Concejalía correspondiente tuvieran a bien, a través de los técnicos o del propio concejal o concejala, que sería todo un detalle, por cierto, pasear la ciudad, comprobarían en sus propias carnes las a veces insuperables dificultades con las que tienen que vérselas las personas con problemas de movilidad o de visibilidad. Estas últimas, por si les faltaba algo de lo que quejarse, parece que han sido especialmente escogidas para un ensayo general de supervivencia, y ni en las vías que se han peatonizado últimamente han contado con ellos para facilitarles su ir y venir. Nos pueden contar las milongas que quieran, pero lo contrastable es que al gobierno municipal le falta sensibilidad para entender que una ciudad tan limitada como la nuestra, en la que ya le es complicado y peligroso desplazarse a las personas que no sufren ninguna minusvalía, no se haya previsto ningún plan que palíe en parte las terribles dificultades de las que debe defenderse la ciudadanía en general y los discapacitados en particular.
En cuanto a si el político responsable actúa o no ante necesidad tan apremiante y justificada, no nos sirve el mensaje de que desconocen el problema., porque no es así. Nos consta que desde hace años, familiares y discapacitados vienen dirigiéndose a las instancias oficiales en busca de ayuda para su causa y que ésta no ha llegado sencillamente porque han hecho oídos sordos. Es más, cuando se actuó en los pasos de peatones rebajando los acerados para permitir el paso de personas y sillas, silletas y carritos, se cometió un terrible error consolidando los pasos de peatones en un lugar inadecuado y prohibido de la calzada. Ahora, si como la ley exige, tuvieran que repintarlos en el lugar que les corresponde, los rebajes no servirían de nada. La solución que se le ha dado desde el gobierno municipal es más que evidente y retrata a la perfección cuáles son sus objetivos y cuáles sus intereses: sencillamente se obvia el tema ¡y ahí te las apañes! Eso sí, como hemos tenido oportunidad de denunciar en otras ocasiones, las personas que se vean afectadas por un accidente en uno de estos pasos de peatones, ya sea conduciendo un vehículo, ya como paseantes, pueden y deben presentar la correspondiente denuncia ante el Ayuntamiento porque la ubicación de éstos no es la adecuada.
Nosotros insistimos en que son muchas las personas que viven con el corazón en un puño debido a la presión a la que son sometidas por estas deficiencias, y que algo debía hacerse en su favor por parte de la Concejalía competente. Responder a una necesidad tan justificada supondría un gesto que agradeceríamos todos, aunque muy especialmente las personas afectadas.