Si recuerdan, la vida es eso que pasa delante de nosotros mientras que nos dedicamos a otra cosa. Y justo en medio del paso despreocupado y descontrolado en el que se desenvuelve la vida, nos encontramos hoy con un problema del que sólo los medios de comunicación (y no todos, por cierto) se han hecho eco, y creemos conviene que lo planteemos como motivo de reflexión. El asunto es que nuestro país es el único que forma parte de la Unión Europea en el que crece el abandono escolar y que a casi nadie parece importar que esto ocurra delante de nuestras narices sin hacer nada por remediarlo. Según los retos que se impuso la Unión, para el 2010 la tasa de abandono escolar controlada actualmente en nuestro país debe estar por debajo del diez por ciento en segunda etapa de secundaria, es decir, correspondiente a bachillerato y formación profesional. Sin embargo, España no sólo mantiene su altísimo nivel de abandono escolar, que está en nada menos que casi un treinta por ciento, sino que en el último control se ha detectado un aumento de poco más de un uno por ciento. Estos porcentajes son la suma de los jóvenes de entre dieciocho y veinticuatro años que no han completado el nivel de educación secundaria de segunda etapa y no siguen ningún tipo de formación. Sepan ustedes que España tiene el doble fracaso escolar que la media europea, con casi un quince por ciento, y es el único país comunitario en el que aumenta el abandono escolar. Sólo Portugal acumula datos más negativos que los nuestros, mientras Polonia es el país que menos abandono escolar registra, con sólo un cinco por ciento.
Lo normal es que, ante una situación tan lamentable, echemos la culpa al sistema educativo, que es lo mismo que hacerlo en contra del Gobierno. No obstante, no en todos los casos responde a esta sencilla conclusión, porque son infinidad los elementos que forman parte del resultado final, es decir, de la decisión que toman los jóvenes de abandonar los estudios a cambio, por ejemplo, de un trabajo sin calificación y no mal remunerado. Por otra parte, el entorno familiar también debe ser tenido en cuenta a la hora de compartir responsabilidades, ya que es aquí donde recibe más formación no académica, imprescindible para que el joven se enfrente a sus obligaciones estudiantiles con fuerza y decisión suficientes.
Naturalmente, el sistema educativo que rige en colegios, institutos y universidades, que hasta ha sido utilizado por la Iglesia y el Partido Popular para convocar a miles de personas en la calle rechazándolo, es evidente que participa de forma activa en el abandono del que les hablamos y debía ser replanteado por la autoridad competente en busca de soluciones que frenen este aumento.
La situación tiene las características propias de un círculo vicioso difícil de romper. Y es que cuando los jóvenes se enfrentan al inicio de un nuevo curso, que habrán superado no sin problemas y que es hasta posible que transporten alguna asignatura de cursos anteriores, si no fundamenta sus convicciones en un futuro que le asegure un trabajo del que pueda obtener las cada vez más urgentes necesidades que tienen de emanciparse, motorizarse y vivir, lo más probable (y los datos que les hemos dado parecen confirmar esta teoría) es que opten por abandonar el centro educativo y dedicarse a la obtención de lo que la vida le ofrece al paso sin necesidad de vérselas con libros y profesores. El problema, que es lo es, se agrava cuando éstos deben enfrentarse a una situación de crisis económica como la que vivimos actualmente, que es cuando las empresas sólo eligen a los mejores, y para éstos es imprescindible adornarse con los estudios que hayan finalizado y los “masters” acumulados, y, además, de la experiencia laboral que puedan aportar. El resto, o sea, una gran mayoría de jóvenes, deberán aceptar trabajos menores, mal remunerados y por períodos de contratación que no superan los doce meses.
Repetimos la frase del principio, escrita por John Lennon, que nos avisa de que la vida es esa cosa que pasa por nuestro lado mientras que nosotros nos dedicamos a actividades que no tienen nada que ver con ella.