Aunque los acontecimientos culturales, entendidos éstos como los que deben llegar a la ciudadanía procedentes de las instituciones, escasea y no pocas veces su relación con ella es nula, de vez en cuando tenemos oportunidad de asistir a estallidos de sentido común y pasión por cambiar la ruta que por el momento mantiene la Concejalía del ramo, y nos sirve para seguir confiando en que pronto la actual situación cambiará a favor de una actuación cultural programada con tiempo y cariño, alejada de los tópicos que hasta ahora nos han servido como único plato y que esté basada en la generosidad y no en el trasnochado politiqueo pueblerino que nos dirige. El atentado a la cultura que firma insistentemente el actual responsable de ella en nuestra ciudad no necesita que nosotros lo propaguemos, porque de sobra es conocido, pero sí que demanda un valiente planteamiento ciudadano, que eso es lo que pudimos o creímos ver hace unos días con motivo de la presentación de un libro.
La valentía con la que los ponentes afrontaron el mal estado en que se halla la cultura en nuestra ciudad, estado que ha conseguido, por cierto, no sin esfuerzo municipal y con una clara intención destructora de lo realizado anteriormente por otros equipos de gobierno, nos devolvió a la realidad de que aún es posible, de que los que se dedican a la cultura y su difusión desde cualquier frente podían y debían unirse a favor de un cambio cuantitativo y cualitativo que nos devolviera las ganas por iniciar nuevos caminos de aproximación a todo lo que tiene que ver con nosotros mismos. Hasta ahora, por razones desconocidas e incomprensibles por ser los andujareños gentes arrogantes y arriesgadas, estas autorizadas voces han guardado silencio a favor de no sabemos qué tipo de política cultural, ya que a la hora del recuento comprobamos que no hemos pasado de cuatro charangas mal organizadas, alguna que otra jaima repartida por la ciudad, la romería y las cruces de mayo. Del resto, es decir, de dar a conocer los espectáculos que desarrollan los de dentro y los de fuera, los encuentros culturales con la ciudad como excusa, las exposiciones en general, las inquietudes de los grupos que dedican parte de su tiempo a estudiar a nuestros antepasados o quienes desde la arquitectura o la ingeniería, desde la imaginería o el cristal, desde la forja o la carpintería necesitan de apoyo para dar a conocer sus esfuerzos, en esta importantísima tarea no han invertido ni tiempo ni dinero. Desde el primer momento dejaron sentadas las bases de su negación oficial y particular para darles su apoyo y ya intuimos lo que hoy es una realidad: una ciudad empobrecida en donde más acabará doliéndole, porque la cultura, aunque oficialmente no se quiera entender así, es también una fuente de ingresos.
La valentía con la que los ponentes afrontaron el mal estado en que se halla la cultura en nuestra ciudad, estado que ha conseguido, por cierto, no sin esfuerzo municipal y con una clara intención destructora de lo realizado anteriormente por otros equipos de gobierno, nos devolvió a la realidad de que aún es posible, de que los que se dedican a la cultura y su difusión desde cualquier frente podían y debían unirse a favor de un cambio cuantitativo y cualitativo que nos devolviera las ganas por iniciar nuevos caminos de aproximación a todo lo que tiene que ver con nosotros mismos. Hasta ahora, por razones desconocidas e incomprensibles por ser los andujareños gentes arrogantes y arriesgadas, estas autorizadas voces han guardado silencio a favor de no sabemos qué tipo de política cultural, ya que a la hora del recuento comprobamos que no hemos pasado de cuatro charangas mal organizadas, alguna que otra jaima repartida por la ciudad, la romería y las cruces de mayo. Del resto, es decir, de dar a conocer los espectáculos que desarrollan los de dentro y los de fuera, los encuentros culturales con la ciudad como excusa, las exposiciones en general, las inquietudes de los grupos que dedican parte de su tiempo a estudiar a nuestros antepasados o quienes desde la arquitectura o la ingeniería, desde la imaginería o el cristal, desde la forja o la carpintería necesitan de apoyo para dar a conocer sus esfuerzos, en esta importantísima tarea no han invertido ni tiempo ni dinero. Desde el primer momento dejaron sentadas las bases de su negación oficial y particular para darles su apoyo y ya intuimos lo que hoy es una realidad: una ciudad empobrecida en donde más acabará doliéndole, porque la cultura, aunque oficialmente no se quiera entender así, es también una fuente de ingresos.
De acuerdo con los patrones internacionales, la cultura es el conjunto de todas las formas y expresiones de una sociedad determinada. Como tal incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias. Desde otro punto de vista se puede decir que la cultura es toda la información y habilidades que posee el ser humano. El concepto de cultura es fundamental para las disciplinas que se encargan del estudio de la sociedad, en especial para la antropología y la sociología.
En 1982 la UNESCO, en su Declaración de México, declaró: “...que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre tiene la oportunidad de expresarse, de tomar conciencia de sí mismo, de reconocerse como un proyecto inacabado, de poner en cuestión sus propias realizaciones, de buscar incansablemente nuevas significaciones y de crear obras que lo trasciendan.
Finalmente, usando los pensamientos de los grandes hombres y mujeres de la Cultura Universal, que es posible que les sirvan a nuestros representantes políticos, especialmente a los responsables de la cultura en nuestra ciudad, cada persona puede acceder a la cultura desde una fuente común sin limitarse, por ejemplo, a los conocimientos que les aportaron sus padres, y ha de resultar universalmente compatible por todos aquellos que poseen un lenguaje racional y significativo. Así se entiende la socialización de la cultura en una sociedad moderna y decidida a renovarse a sí misma a través del conocimiento. Por lo tanto, todo lo que sean limitaciones a la cultura deben ser criticadas y rechazadas en beneficio de la colectividad.