miércoles, 28 de enero de 2009

CONSUMIR PRIMERO LO NUESTRO, UNA BUENA DECISIÓN PARA LA RECUPERACIÓN DE LA ECONOMÍA



Desde que el ministro de Industria tuvo a bien recomendar a los españoles que consumiéramos productos nacionales, porque de esta forma, si cada uno de nosotros invirtiéramos ciento cincuenta euros al año en cualquier artículo de los que se elaboran en nuestro país, ayudaríamos a la creación de nada menos que doscientos mil empleos anuales, venimos dándole vueltas a esta realista invitación. Y es que, en contra de lo que ha ocurrido con otras recomendaciones procedentes de la clase política, parece que en esta ocasión sí ha alcanzado al objetivo que se perseguía, ya que hoy forma parte de la conversación de muchos de nosotros. Por otro lado, valorando el envío y haciendo cuentas, la verdad es que no se trata de un consejo más y sí de un aviso con sello de urgencia dirigido a quienes tenemos la cada vez peor costumbre de consumir lo de fuera en detrimento de lo nuestro sin nada que lo justifique. Dedicarle un poco de nuestro tiempo a comprobar el origen de lo que compramos es comprometernos con una industria que necesita de nuestra ayuda para continuar fabricando y para mantener el número de empleados.

No es la primera vez que desde este espacio de reflexión diario les hemos propuesto que tengan en cuenta que Andalucía, nuestra provincia más concretamente, posee un potencial empresarial de primer orden y unos productos que cuentan con gran prestigio fuera y dentro de nuestras fronteras. Dará lo mismo que sean alimentos o vehículos, porque de lo que se trata es de optar por ellos antes de hacerlo por otros, de igual o menor calidad, que se elaboran fuera de nuestra provincia primero y autonomía después, y, por último, en España. Es obvio que lo primero debe ser lo nuestro y luego lo más próximo a lo que aquí se produce, entre otras razones para poder subsistir, y más cuando los tiempos que corren demandan solidaridad urgentemente.

Sin ir más lejos, muchos vecinos y vecinas de nuestra ciudad tienen la fea costumbre, así lo entendemos al menos nosotros, de desplazarse en busca de ciudades a las que suponen mejor equipadas en cualquier demanda que se les haga, desde la moda y sus precios hasta la restauración. Además de errar en sus planteamientos, porque las diferencias en ningún caso invitan a recorrer kilómetros que luego deberán sumar a los gastos que genere el desplazamiento, el viaje les supone un riesgo añadido y la inversión económica en establecimientos que en ningún caso reinvertirán en nuestra ciudad. Sin embargo, cuando las compras se realizan en casa, además de suponer comodidad en el desplazamiento, nos ahorramos, por ejemplo, tener que volver a desplazarnos en vehículo a la tienda en donde hicimos la compra a reclamar el mal estado de lo que nos vendieron, detalle que no siempre es tenido en cuenta y que, no obstante, acaba suponiendo un gasto añadido y no pocas veces la pérdida de lo adquirido.

Por otra parte, y desde luego lo que más nos interesa, nuestras compras sirven para que los puestos de trabajo que actualmente ocupan nuestros familiares y vecinos se mantengan. Si el dinero se queda en Andújar, Andújarlo recuperará en las nóminas que son abonadas a los empleados a final de mes. Si éstos o sus familias deciden invertirlo en otras ciudades, el futuro que les auguramos es poco halagüeño, porque estamos contribuyendo al deterioro del mercado laboral. Por eso el ministro Sebastián llevaba razón y por eso hemos querido compartir su mensaje con ustedes, porque concienciándonos de esta realidad, de lo que representa para la economía patria el que consumamos nuestros productos, seguro que participaremos de forma activa en la recuperación económica que tanto necesita el país.

Si hacen cuentas llegarán a la misma conclusión que nosotros, y tampoco hace falta que le dediquen mucho tiempo. Quizá por la propia sencillez del planteamiento y por lo cómodo que resulta llevarlo a cabo, no hayamos caído antes en la cuenta de que hasta ahora hemos estado actuando en contra de nosotros mismos. Afortunadamente, aún estamos a tiempo.