Desde hace unos años, aunque últimamente con mayor virulencia si cabe, asistimos al deterioro del olivar y del aceite de oliva como si no fuera con nosotros, como si la caída de los precios fuera una situación que nos quedara lejos. Sin embargo, erramos en la interpretación porque se trata de un problema que acabará salpicándonos a todos como se mantenga en el tiempo o como las Admistraciones no intervengan y obliguen a las partes, productores y comercializadores, a acabar con su particular crisis. Los protagonistas son, por un lado, las empresas que controlan las compras, que marcan el precio de venta en el mercado y las que, según las organizaciones agrarias, han hecho caer los precios de venta en origen; enfrente, los olivareros, que ahora pagan la falta de unidad en la que siempre se han desenvuelto y de la que, evidentemente, se han aprovechado las centrales de compras.
La falta de unidad de criterio entre los cultivadores del milenario fruto ha propiciado una situación que, no obstante, viene anunciando su llegada desde hace años. El problema que ahora presiona a las gentes del olivar debió plantearse hace mucho tiempo y pasa inevitablemente por la unión de algo más que fuerzas e intenciones. Aunque no parece que pongan interés en la interpretación de los hechos, la verdad es que se enfrentan a empresas que cuentan con magníficos equipos de profesionales en todos los órdenes de la compra y de la venta, y son sus estrategias las que por el momento han conseguido imponer un férreo control en algo tan fundamental como es la rentabilidad del olivar. Del futuro que le espera a éste y de los planteamientos a los que deban enfrentarse los productores, nada sabemos. Por el momento, lo que se está haciendo por ambas partes no va más allá de las declaraciones que exige la situación, aunque por parte de las centrales de compras se mantiene un intencionado silencio.
Según todos los diagnósticos y las opiniones más técnicas, el problema del cultivo del olivar, y muy especialmente de su producción y producto terminado, es la profusión de puntos de venta, la inmensa cantidad de posibilidades que tiene el comprador de presionar en busca de un precio que, a su vez, le permita ofrecerlo en mejores condiciones que sus competidores. Las dos situaciones son legítimas, aunque parece claro que la posición más ventajosa es la de quien compra, que tiene más margen de maniobra y que, además, posee muchas más posibilidades para buscar la oferta que le permita aumentar sus ingresos. Acudir al mercado en busca de compradores y basar la oferta sólo en la calidad del producto, cuando es algo que cada vez se tiene menos en cuenta por parte del comprador, es hacerlo mermado de posibilidades. Todo lo contrario ocurriría si lo hiciera con la totalidad del aceite en oferta, sin posibilidad alguna de que alguien encuentre un precio particular. Todos los productores unidos con el único objetivo de rentabilizar la producción del aceite de oliva no es una utopía, aunque aceptamos que, de conseguirse, el tiempo jugaría aquí un papel determinante.
Por el momento, de nada está sirviendo a los productores el desarrollo de la mala situación que vive actualmente el mundo del olivar, de la que parece no han obtenido enseñanza alguna, o eso es lo que se desprende de las actuaciones y las informaciones que nos llegan. Como hemos dicho anteriormente, los que están haciendo su particular agosto son las cuatro o cinco empresas que dedican su actividad a buscar el precio más bajo de entre las diferentes ofertas que les llegan, para lo que usan todo tipo de artimañas y presiones, especialmente sobre aquellos que almacenan aceite desde la temporada pasada y la necesidad ineludible que tienen de obtener dinero para continuar con su actividad.
El jueves convoca UPA en Andújar a los olivareros y ganaderos en la palacio de los Niños de Don Gome, y lo hace con el objetivo de aportar toda la información que posee sobre cómo se las gastan algunas grandes superficies a la hora de vender el aceite de oliva, que asegura esta organización agraria lo hace por debajo del precio de rentabilidad que exigen los productores. De no remediarse la situación, la preocupación de las mujeres y los hombres del campo se plasmará en una manifestación-tractorada el próximo día 14 de este mes en Jaén, frente a las instalaciones de Carrefour. Seguiremos informándoles, porque el problema lo merece y estamos seguros que nos proporcionará controversias interesantes.
