
Conocer la noticia de que el Gobierno andaluz ha decidido invertir nada menos que treinta y cinco millones de euros en modernizar el parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas y que nos lluevan las consultas, las quejas y el cabreo que ha generado esta importante inversión entre muchos de ustedes, ha sido una. La noticia la conocíamos ayer y la verdad es que esperábamos algún que otro comentario en contra, pero no tantos y tan justificados algunos. Y es que lo del agravio comparativo lo llevamos realmente mal, lo digerimos con dificultad y no lo aguantamos. Y, claro, que al parque de Cazorla, que es como en realidad se le conoce, se le venga encima una suma de dinero tan sustanciosa casi sin avisar, nos parece una exageración y una decisión que, si no va acompañada de algo parecido para el resto de los parques naturales de la provincia (Sierra de Andújar, Sierra Mágina y Despeñaperros), supone un mazazo para las legítimas aspiraciones que en nuestra ciudad se tienen con respecto a las posibilidades turísticas de nuestro parque. Estamos de acuerdo en que nosotros no disponemos de un parque natural al uso, que nuestro territorio no es nuestro y sí de quienes poseen tierras en su perímetro, que el parque como tal está cerrado al paso de personas y que el resto, lo que nos quedaría para disfrutar, está vallado, pero no significa que de lo poco que nos queda no podamos obtener provecho.
El parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas, por otro lado, estamos de acuerdo con que cuenta con un entramado hostelero y de servicios que se inició hace muchos años y que ahora obtiene los resultados del esfuerzo de muchos de los empresarios que allí se instalaron cuando pocos creían en las posibilidades turísticas de este trozo de Jaén. Y estamos convencidos de que es merecedor de medidas de este tipo, en las que la Administración autonómica se implica invirtiendo en la mejora del conjunto y trabajando para conseguir un equipamiento turístico, pero no por eso debemos perder la ocasión de reclamar para el poco espacio que tenemos más y mejores posibilidades de accesibilidad, de aproximación a las zonas acotadas y de servicios. Actualmente, por ejemplo, las comunicaciones de nuestro parque con el resto del mundo, especialmente con las provincias de Córdoba y de Ciudad Real, las debemos hacer por carreteras intransitables, y si se trata de comunicarnos con ciudades de la provincia, peor. Sin embargo, la belleza natural de su paisaje, el encanto de algunos de sus emblemáticos reductos, bien merecen el apoyo de las instituciones.
Estamos convencidos de que si al lince se le hubiera ocurrido cambiar de residencia, buscar un hábitat más seguro y cómodo, actualmente el parque natural Sierra de Andújar no formaría parte de las preocupaciones de estabilidad medioambiental de gobiernos y ministerios. Gracias a las inversiones provenientes de Europa y de España, y que se destinan exclusivamente al lince, al menos el nombre de Andújar sale de nuestras fronteras, y por eso llegan hasta aquí estudiosos procedentes del resto del mundo a comprobar si de verdad el lince ibérico se cría en libertad y cómo es en realidad. Es tal el desconocimiento que se tiene de nuestro parque y de la figura del lince, que cuando los noticieros hablan del lince y de su intimidad, lo sitúan invariablemente en Doñana; de Andújar o de Cardeña-Montoro, que también es parque natural, nadie dice nada, aunque en realidad sea aquí, entre nosotros, desde donde salen linces hacia el parque nacional de Huelva para que los turistas los puedan observar con más facilidad. Y es en Doñana precisamente donde más mueren atropellados por los vehículos que discurren por las proximidades del parque. Andújar, su parque, es simplemente el abastecedor; los técnicos, científicos, las instalaciones y las inversiones millonarias que se hacen anualmente alrededor de este bellísimo animal, se quedan lejos de nosotros.
Por todo esto, que gentes de aquí se hayan sentido dolidos con la inversión que la Junta de Andalucía prevé hacer en Cazorla, se justifica por sí mismo. Pero no en contra de ese maravilloso parque ni con sus moradores, sino en contra de quienes han tenido tiempo, mucho tiempo, para hacer algo a favor de la mejora del entorno natural de Andújar y no han querido.
El parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas, por otro lado, estamos de acuerdo con que cuenta con un entramado hostelero y de servicios que se inició hace muchos años y que ahora obtiene los resultados del esfuerzo de muchos de los empresarios que allí se instalaron cuando pocos creían en las posibilidades turísticas de este trozo de Jaén. Y estamos convencidos de que es merecedor de medidas de este tipo, en las que la Administración autonómica se implica invirtiendo en la mejora del conjunto y trabajando para conseguir un equipamiento turístico, pero no por eso debemos perder la ocasión de reclamar para el poco espacio que tenemos más y mejores posibilidades de accesibilidad, de aproximación a las zonas acotadas y de servicios. Actualmente, por ejemplo, las comunicaciones de nuestro parque con el resto del mundo, especialmente con las provincias de Córdoba y de Ciudad Real, las debemos hacer por carreteras intransitables, y si se trata de comunicarnos con ciudades de la provincia, peor. Sin embargo, la belleza natural de su paisaje, el encanto de algunos de sus emblemáticos reductos, bien merecen el apoyo de las instituciones.
Estamos convencidos de que si al lince se le hubiera ocurrido cambiar de residencia, buscar un hábitat más seguro y cómodo, actualmente el parque natural Sierra de Andújar no formaría parte de las preocupaciones de estabilidad medioambiental de gobiernos y ministerios. Gracias a las inversiones provenientes de Europa y de España, y que se destinan exclusivamente al lince, al menos el nombre de Andújar sale de nuestras fronteras, y por eso llegan hasta aquí estudiosos procedentes del resto del mundo a comprobar si de verdad el lince ibérico se cría en libertad y cómo es en realidad. Es tal el desconocimiento que se tiene de nuestro parque y de la figura del lince, que cuando los noticieros hablan del lince y de su intimidad, lo sitúan invariablemente en Doñana; de Andújar o de Cardeña-Montoro, que también es parque natural, nadie dice nada, aunque en realidad sea aquí, entre nosotros, desde donde salen linces hacia el parque nacional de Huelva para que los turistas los puedan observar con más facilidad. Y es en Doñana precisamente donde más mueren atropellados por los vehículos que discurren por las proximidades del parque. Andújar, su parque, es simplemente el abastecedor; los técnicos, científicos, las instalaciones y las inversiones millonarias que se hacen anualmente alrededor de este bellísimo animal, se quedan lejos de nosotros.
Por todo esto, que gentes de aquí se hayan sentido dolidos con la inversión que la Junta de Andalucía prevé hacer en Cazorla, se justifica por sí mismo. Pero no en contra de ese maravilloso parque ni con sus moradores, sino en contra de quienes han tenido tiempo, mucho tiempo, para hacer algo a favor de la mejora del entorno natural de Andújar y no han querido.