martes, 17 de marzo de 2009

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN SIGUE SIENDO UNA QUIMERA



Ayer se celebraba mundialmente el día de la libertad de expresión, algo que afortunadamente avala a cuantos se dedican a opinar sobre la situación del mundo y de quienes rigen los gobiernos, y no menos de los acontecimientos que suceden a su alrededor, de los que, si no fuera por ellas y ellos, la opinión pública no conocería ni la mitad de los abusos que ocurren a su lado. No obstante, lo de poder expresar libremente opiniones no es algo que no siempre pueda hacerse sin jugarse la vida en ello, y buena muestra de lo que les contamos la pueden comprobar con sólo conocer este dato: el año pasado fueron asesinados nada menos que cuarenta y dos periodistas en tierras hispanoamericanas, y treinta y seis encarcelados porque sus opiniones no coincidían con la de los gobernantes de algunos países de Centroamérica. En nuestro caso, es evidente que esta circunstancia no se da y podemos expresarnos como queramos, siempre, eso sí, que nos mantengamos dentro de los márgenes constitucionales en vigor, según los cuales, el honor de las personas está por encima de cualquier opinión que pudiera violentarlos.

Como ustedes saben, el derecho a la libre expresión es uno de los más fundamentales, ya que es esencial a la lucha para el respeto y promoción de todos los derechos humanos. Sin la habilidad de opinar libremente, de denunciar injusticias y clamar cambios, el hombre está condenado a la opresión. Por estas mismas razones, el derecho a la libre expresión es uno de los más amenazados, tanto por gobiernos represores que quieren impedir la influencia de opiniones contrarias a sus políticas económicas o sociales, como por personas individuales que quieren imponer su ideología o valores personales, callando los otros. Por lo mismo, aunque ustedes crean que la situación del mundo del periodismo les coja lejos, se equivocan, ya que la lucha por la libertad de expresión nos corresponde a todos, que para eso es la lucha por la libertad de expresar nuestro propio individualismo. Respetar la libertad de los demás a decir cualquier cosa, por más ofensiva que la consideremos, es respetar nuestra propia libertad de palabra.

A todo esto, el papel que ha jugado el periodismo desde la transición española hasta nuestros días no creemos que necesite avales para confirmar que ha formado parte de los valientes que se enfrentaron a situaciones difíciles encabezadas por quienes añoraban el antiguo régimen y querían volver atrás a cualquier precio. La situación del periodismo en la actualidad, sin embargo, casi no tiene nada que ver con la libertad de expresión, aunque existen casos de abusos de politicuchos de tres al cuarto que los agobian y les cercenan sus derechos, y sí con el trabajo, que escasea escandalosamente y que les obliga a integrarse en el mundo de los autónomos si quieren un lugar en el que poder expresarse. Ellas y ellos fueron los primeros que conocieron el destierro de las redacciones para realizar sus tareas en casa, al tiempo que la rentabilidad de las empresas crecía desmesuradamente. La mayoría de la prensa en nuestro país, ya sea escrita, visual o radiofónica, depende hoy de miles de autónomos que se las tienen que ver con infinidad de problemas sin apoyo de ningún tipo, puesto que los medios para los que trabajan sólo quieren de ellas y ellos los artículos o las entrevistas que les encarguen. Del resto deben responder y responsabilizarse ellos y ellas, desde las quejas a las denuncias que reciben como consecuencia de sus opiniones.

No obstante, el mundo del periodismo, que es la máxima expresión de la libertad para opinar, aunque existen otros muchos que también pueden y deben conmemorar este día, ha sabido resurgir de sus propias cenizas y encabezar períodos de esplendor que le han permitido disfrutar de momentos mejores a los actuales. Por eso estamos convencidos de que los sometimientos que padecen algunos y los abusos que protagonizan otros acabarán pronto, porque en sus manos reside la verdadera libertad de expresión. Por otra parte y entre nosotros, ni son todos los que están, ni están todos los que son, porque a este mundillo que anuncia prebendas y parabienes para los que se adhieran a él, no cesan de arribar los necesitados de algo de brillo. Y aquí los esperamos… con los brazos abiertos.