Como es habitual y ustedes conocen muy bien, que para eso sirve, entre otras cosas, la experiencia, en tiempo electoral como en el que nos encontramos, lo de las encuestas no es que sea importante e incluso esclarecedor, sino imprescindible, y muy especialmente para los partidos políticos que tienen opciones reales de conseguir el poder municipal. Sin embargo, por el momento nadie ha dicho ni siquiera que esa boca es suya; nadie ha tosido contra el viento para que llegara a la calle cuáles son las intenciones de voto que existe entre la ciudadanía y que ellos tengan controlado, ni tampoco hemos escuchado campanas de victoria de la que obtener algo de información. Se impone el silencio como toque de queda de un tiempo de excepción que afortunadamente acabará el próximo viernes a las doce de la noche, y que se reanudará el domingo como jornada de elecciones que es. Lo primero que debemos saber es que “haberlas hailas”, eso no lo duden. Pueden ser más o menos rigurosas o que ni siquiera merezcan la calificación de encuesta, pero lo cierto es que son muchos los ciudadanos que aseguran que han sido preguntados sobre qué o quién se decantará su voto, y el detalle debemos entenderlo como una referencia significativa de la preocupación colectiva en la que se desenvuelve la clase política en nuestra ciudad.
Mientras unos lo que desean con todas sus fuerzas es quedarse como están, es decir, con representación en el salón de plenos de la Casa Consistorial, otros lo que ansían casi descontroladamente es la mayoría absoluta, que es lo mismo que decir que a partir del momento de su toma de posesión harán y desharán lo que les dé la gana, que viene a ser lo mismo que hemos visto durante los últimos cuatro años, pero en plan súper, porque no tendrán que contar con el apoyo del resto de partidos para decidir lo que entiendan que es mejor para los intereses de Andújar, y no digamos nada de los suyos. Tampoco faltan los que están convencidos de que son imprescindibles, y no se equivocan, cuando de poner orden en las cuentas municipales se trata, y más teniendo en cuenta en qué estado quedan las nuestras, con una deuda injustificada y, no obstante, esclarecedora de cómo de mal han tratado nuestro dinero. De hecho, observando la situación de la ciudad, caótica por demás, desde la perspectiva de los acreedores, que se cuentan por miles y que miles y miles son los euros que les adeuda el Ayuntamiento, muchos serán los que en esta ocasión voten gestión y no partidos políticos. Y es que anteponer los intereses de la empresa a los personales no es nada descabellado, y más si tenemos en cuenta que en el momento en el que estos empresarios recuperen el dinero que se les debe, la ciudad comenzaría a crear oportunidades de empleo casi al mismo tiempo.
En cuanto al juego sucio, tampoco debería extrañarnos, porque entre nosotros es algo muy implantado. De hecho, algunos colectivos o etnias disfrutan de todo tipo de comodidades gracias en parte al dinero de los ciudadanos. El agua, la electricidad, el teléfono, la contribución y otras menudencias, según la creencia popular, corre de nuestra cuenta, lo mismo que las comidas que en estas fechas suelen convocar a la mesa a cientos de personas de la tercera edad. Sólo de esta forma se entienden algunos resultados electorales, porque la gente valora lo intrascendente más que su propio futuro, y contra eso no existen más armas que la información. Es posible que precisamente por eso, porque Radio Andújar tiene por costumbre y lo lleva a gala denunciar lo que entiende como injusto e incluso ilegal, no es una buena aliada de quienes practican este tipo de políticas mal calificadas como sociales. Pero como estamos acostumbrados a los mensajes más o menos subliminales que nos llegan procedentes de las camarillas radicales de algunos partidos, seguiremos en la misma línea informativa incluso bajo la amenaza de que van a cerrarla en cuanto puedan. Ya lo intentaron cuando quisieron organizar una manifestación pidiendo su cierre, pero suponemos que recapacitarían y, ante el anunciado ridículo que seguro protagonizarían, pensaron que lo mejor era quedarse en la retaguardia para desde posición tan cobarde como rentable lanzar todo tipo de mentiras con el objetivo de echar por tierra nuestro trabajo. Como siempre les decimos, el tiempo acabará por colocar a cada uno en el lugar que le corresponde. Por eso, tiempo al tiempo.