Lo evidente es que la sociedad se encuentra ante un problema de gran calado que por el momento ni siquiera entiende, o lo disimula muy bien, porque lo sigue dejando en manos de la clase política y creemos que se trata de un gran error que estamos convencidos acabará proporcionándonos un gran dolor de cabeza. Les hablamos de la educación, referencia fundamental de cualquier país que debería ser cuidada en extremo y que entre nosotros no deja de ser asunto de crítica entre políticos. Por lo tanto, en el momento en que cambia el gobierno, de entre las primeras medidas que decide cuando se hace cargo de las riendas del país, la enseñanza entra en una nueva dinámica, con nuevos textos, nuevas referencias entre la comunidad educativa y nuevas materias que implantar de manera inmediata. De entre el ir y venir del conocimiento de una ideología a otra, teniendo en cuenta que los intereses no siempre residen en la forma y en el fondo, es decir, que tenemos que incorporar la economía de mercado como elemento imprescindible para entender el tema, porque recordemos que la enseñanza privada tiene en este asunto mucho que ganar y mucho más que perder, lo normal es que lo que de verdad interesa, que no es otra cosa que la educación del país, pierde su verdadero y noble fin.
De cómo va este asunto y del trato que por el momento se le viene dando por parte del Partido Popular, solo decirles que existe, o al menos esa es la impresión que nos da, una decidida actitud por implicar la enseñanza privada a la pública y no precisamente de forma consensuada. Nosotros no entraríamos a valorar esta decisión si no fuera porque peligran infinidad de sueños de miles de jóvenes, que observan atónitos cómo el Gobierno de la nación está a punto de entrar a saco a la caza y captura de lo que entienden como excesos, es decir, becas para todos en todo tipo de universidades, aulas con pocos alumnos, profesorado que afirman no trabaja lo que cobra a fin de mes, etc. Es más, no ha sido la primera vez que hemos escuchado, y crean ustedes que muy preocupados por cierto, que ya era hora que alguien pusiera orden en donde tanto abuso y descontrol existe; y peor aún, que ya está bien de que los hijos de los trabajadores puedan acceder a la universidad sin casi control. Evidentemente, en todas las militancias encontramos convencidos de que ellos y su ideología es la idónea para dirigir un país y a sus ciudadanos, pero también es verdad que en unos y otros no faltan imbéciles y necios capaces de interpretar de forma tan banal elemento tan activo y trascendente como es la educación.
El que el Gobierno haya decidido recortar nada menos que diez mil millones entre Sanidad y Educación (recordemos que mantiene, sin embargo, el presupuesto para el Ejército), nos avisa de que no va de broma ni de farol y que, de entre sus prioridades, desde luego que estos dos importantes capítulos del gasto público cuentan con su especial deferencia y seguimiento. De lo que pueda resultar finalmente de semejante tijeretazo a dos ministerios de tanta importancia social, nos tememos que nada bueno, pero como la ciudadanía ha dotado al Partido Popular de mayoría absoluta estamos obligados compartir lo que decidan en nuestro nombre. No obstante, por el movimiento de fondo que se observa y percibe entre la comunidad educativa, estamos convencidos de que no tardaremos en asistir a manifestaciones y huelgas de calado, y que en ningún caso deberíamos entender improvisado y sí como un planteamiento decidido a frenar lo que entre ellos se empieza a calificar como un ataque directo a su trabajo y su dignidad, al que aseguran nunca un gobierno los ha descalificado tanto como lo está haciendo éste.