jueves, 18 de octubre de 2012

TODOS EN CONTRA NUESTRA




Tan acomplejada como atónita, la ciudadanía asiste el preocupante espectáculo del desmantelamiento del estado de bienestar que se supone habíamos adquirido en buena ley y que, por tanto, nadie debía atreverse a tocar, como si se tratara de una maldición o de algún fenómeno sin pies ni cabeza. Pero no es así. De hecho, entendemos que todo lo contrario, puesto que desde el principio supimos quiénes eran los responsables del caos económico que solo se ha cernido sobre nosotros y de las razones que han llevado a los políticos a endilgárnosla a quienes sin ninguna duda menos culpa tenemos. Los dos partidos políticos con más responsabilidad en este vergonzoso asunto, Partido Socialista y Partido Popular, con la anuencia tácita del resto de formaciones políticas, por el momento se escudan en que se trata de una situación inevitable y que todos debemos empujar hacia la misma dirección si de verdad queremos volver pronto a la senda en la que se supone que volveremos a recuperar lo perdido, aunque en realidad ese cuento no se lo crea nadie. Lo que están haciendo por nosotros, por supuesto sin nuestro permiso, es quitarnos todo el dinero que puedan para dárselo a los banqueros, que insisten en que han sido los verdaderos perjudicados. Se guardan, sin embargo, que éstos, los tíos que tienen todo el dinero del país en sus cajas fuertes o vaya usted a saber en qué mercados especulativos, debido exclusivamente a su pésima política de préstamos que han ido dando a diestro y siniestro, se han gastado más de lo que tenían. Por lo tanto, cuando desde el atril de turno se nos recuerde que hemos gastado más de lo que debíamos, nuestra interpretación debe ser siempre la misma: se lo han gastado ellos, aunque lo paguemos nosotros.

Así, los recortes que se han producido en educación, sanidad, fomento, cultura, dependencia, etc., etc., y los que están por caer una vez las elecciones gallegas y vascas se den por finalizadas, no tienen más finalidad que inyectar dinero público en las cuentas de las entidades de crédito. Y cuando aseguran que éste revertirá de nuevo en el Tesoro Público, ni ellos mismos se lo creen. Por todo esto, los partidos políticos deben dejar clara su posición con respecto a la política que por ahora le ha tocado impartir al Partido Popular, ya que de otra forma podemos entender que existe un pacto entre ellos, de no agresión o de silencio, para que decisiones tan drásticas como terribles para el futuro del país se estén consolidando. Y lo extraño es que, a su vez, se extrañen de que la ciudadanía salga a la calle a quejarse, a exponer sus necesidades y a exigir razones convincentes para aceptar la situación a la espera de tiempos mejores. De hecho, es tal la desnivelación de la balanza, tanto lo que molestan sus gritos y sus pancartas, que no dudan en tacharlos de ser simples marionetas en manos de otros partidos políticos, porque del suyo desde luego que no. Y hasta en eso se equivocan, porque una cosa es lo que dicen y hacen los representantes más próximos al poder y otra bien diferente los razonamientos de los militantes, sobre los que también ha caído el peso de la crisis, que es lo único, por cierto, en que han mostrado algo de solidaridad.

Aunque estemos convencidos y seguros de que la situación debe mejorar, en ningún caso aceptaremos la responsabilidad con la que nos quieren hacer partícipes del estado de la nación y especialmente de su economía. Y es sencillo: porque es mentira, porque si efectivamente hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, ahora lo estamos pagando y con creces. Mientras, los que de verdad han sido los culpables, reciben nuestro dinero para superar su propia crisis. ¿Se habrá visto algo igual?