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Los integrantes de la plataforma del
río Guadalquivir andan preocupados y con razones de sobra. Por el momento, las
noticias que debían proceder de la Confederación escasean de manera preocupante,
aunque si le añadimos que en el presupuesto de inversiones que tiene previsto
este organismo para intervenir en determinados puntos estratégicos del
Guadalquivir y otros ríos de la comunidad a lo largo de 2013, no viene
reflejada ninguna partida para las justificadas necesidades que demanda el
cauce del Guadalquivir a su paso por nuestro término municipal, la verdad es
que es para desesperarse y mostrar sus quejas en público. Esa es precisamente
la razón de la visita que hicieron ayer al Ayuntamiento parte de los
componentes de esta plataforma, que demandaron de la primera autoridad de la
ciudad información sobre la situación de las necesidades que presentaron ante la Confederación en
Sevilla, y que iban avaladas por la unanimidad del Pleno municipal.
Como dijimos hace unos días, lo que
no admite duda es que el asunto del río, con ser muy importante para la vida de
las personas que residen cerca o que tienen allí sus propiedades, no parece
contar con el apoyo de la clase política de la ciudad, que, lo quiera o no,
tiene como obligada referencia nuestros problemas y su solución. Luego de
muchos años y de ayuntamientos bajo el control de todos los colores que se
conocen en política, el río mantiene firme el peligro que en varias ocasiones
ha mostrado y que tanto daño nos ha hecho, pocos son los que han trabajado a
favor de la erradicación de los excesos de éste. Cierto que durante el mandato
de Aznar se hizo una inversión económica que por entonces suponía un gran
esfuerzo; en la época de Zapatero fue mayor y ha servido al menos para que la
cota construida permita por el momento el alivio de muchos de los residentes de
esta zona, desde La Isla
a La Ropera. Con
todo, la demanda de la desaparición de la presa de Marmolejo sigue sin ser
asumida por quienes, entre sus obligaciones ineludibles, tienen la de
proporcionar seguridad a sus conciudadanos.
La actitud que muestran los
responsables de solucionar este problema nos avisa de que intención, lo que se
dice intención, no tienen. Si acaso, una delicada mano izquierda para ir dando
manoletinas toreras que les permitan salir del paso ilesos y con los
damnificados, además, agradecidos. Mas lo trascendente, lo que evitaría las
habituales inundaciones de todos los inviernos, se mantiene erguido y
desafiante. La presa marmolejeña, responsable directa de las inundaciones, de
acuerdo con las opiniones de todos los técnicos que han conocido el caso y que
han desarrollado diferentes estudios, anuncia que no solo ha participado
activamente en todas ellas, sino que lo hará en cuanto la lluvia caída supere
los niveles máximos.
¡Ya me dirán ustedes si no es para
que las personas afectadas acudan al ayuntamiento o ante quien haga falta en busca de ayuda! Y justo
ahí los encontrábamos ayer, preocupados por las lluvias caídas y por las que se
esperan, que parece serán importantes. ¿A quién se dirigen? ¿A qué puerta
llaman? Para ellos y también para nosotros, lo suyo es presentarse, primero,
ante la primera autoridad y reclamar atención para lo que entienden es urgente.
A partir de este punto, lo de la militancia política no debería ser tenido en
cuenta por ninguna de las partes si de
verdad lo que se quiere es evitar males mayores. Y recordemos que para los
propietarios ha supuesto la pérdida de los enseres de sus viviendas, la
recuperación de éstas y la anegación de sus tierras de cultivo. Es decir, que
lo han perdido todo. Y las ayudas ya se sabe: llegan, sí, pero tarde y escasas.