Lo anunciábamos hace unas semanas:
los damnificados por las inundaciones del río Guadalquivir no pararán hasta que
hayan conseguido, no solo las indemnizaciones que por ley les corresponden,
sino la erradicación de cualquier posibilidad de inundación de sus propiedades,
de la que es responsable directa la presa de Marmolejo, que se mantiene firme
en su papel de inundadora oficial de nuestras tierras sin que la clase política
ni la empresarial hayan conseguido un acuerdo desde el que eliminarla cuanto
antes. Por el momento, los informes técnicos que aconsejan su derribo se
acumulan a la espera de que se les unan los sucesivos que, seguro, reclamarán
los también sucesivos responsables de la Confederación Hidrográfica
del Guadalquivir. Sin duda, es una forma respetable de parar la ineludible obra
que acabará con este freno en el discurrir del río por nuestro término
municipal y el de la vecina Marmolejo, pero al mismo tiempo es una maniobra
firmada por políticos y funcionarios incapaces de enfrentarse al problema y a
los que les importa un pito la suerte de los vecinos que viven a la vera del
río.
Los sucesivos Gobiernos que han controlado el país han movido ficha con dispar interés y suerte, por lo que los trabajos desarrollados no han acabado de eliminar las justificadas preocupaciones de los propietarios dañados por las sucesivas riadas. Sin embargo, llama la atención que desde siempre haya estado al frente de nuestra comunidad autónoma el Partido Socialista y que no haya sido capaz, a lo largo de estos años, de enfrentarse cara a cara a un asunto de envergadura, ni siquiera en la legislatura pasada, en la que fue “propietaria” de las competencias del Guadalquivir y, por lo tanto, perdió el tiempo volviendo a pedir informes para enfriar las legítimas demandas que le llegaban desde Andújar. Cierto que podemos entenderlo de otra forma y que es probable que no expresemos la realidad al completo de este cansino tema, pero estamos obligados a atajar si lo que queremos es llegar al meollo de la cuestión, que no es otro, recuerden, que el de eliminar la presa que tanto limita el paso del agua que camina hacia Sevilla y que nos daña de forma explícita. En cuanto al pago de las indemnizaciones a las que tienen derecho los dañados por éstas, desgraciadamente confirma que la clase política no está por la labor de echar una mano a estos ciudadanos. Cuando menos la situación merece tacharse de vergonzosa e inaceptable.
A todo esto, los vecinos de
Por cierto, denunciamos un hecho por
sí mismo preocupante para la continuidad de la plataforma, y es que están
apareciendo fisuras en la unión que hasta ahora han mantenido los afectados y
los que apoyan sus exigencias, que tanta fuerza les ha dado de cara a las
instituciones y la ciudadanía. Por lo que hemos visto y nos cuentan, se han
infiltrado personas con un claro objetivo: el de desunir, que es una forma
antigua de eliminar enemigos y de acabar con los que están en desacuerdo con
las instituciones.
