Que compartir es un don, pocos son
los que lo dudan. Que compartir es la actitud ante la vida que más
satisfacciones nos proporcionan a las personas, desde luego que sí. Eso de dar
de lo que uno tiene, y no que le sobre, que eso es otra cosa, la verdad es que
no todos lo llevamos bien. Precisamente
por eso nos llama la atención cualquier acto de este tipo que tenga como fin
echar una mano a alguien que lo está pasando mal. Esta emisora, que suele
capitanear de vez en cuando campañas a favor de las familias que sufren sus peores
momentos debido a la intensa crisis económica que padecemos, quiere recordarles
con este comentario que las necesidades siguen siendo muchas, si no más, y que
las ayudas, sean las que sean, nunca sobran. Como hemos tenido oportunidad de
comentarles muchas veces, corren tiempos de solidaridad extrema, de necesidades
personales de gran envergadura, para las que debemos estar prestos a compartir.
Si queremos, incluso se acepta el egoísmo de quienes, ante la evolución de los
acontecimientos económicos a los que asistimos preocupados, decide de acuerdo
con la máxima aquella de hoy por mí por si mañana me toca a mí. Y no anda
equivocado, evidentemente.
En nuestra ciudad, los desempleados han alcanzado cifras desproporcionadas para el escaso tejido empresarial que tenemos, es decir, que están cerrando pequeñas empresas de servicios que remiten a las oficinas del paro a cientos de personas, como es el caso de las tiendas de moda, que están dejando nuestras calles principales con un aspecto de soledad comercial muy desagradable. Desde las organizaciones empresariales se nos viene insistiendo que Andújar está plana, que su futuro pende de un hilo y que, de no cambiar el panorama en poco tiempo, ninguna compañía de seguros sería capaz de firmar una póliza con nosotros, que ya es decir. Y si en nuestro caso aún lo podemos contar, sepan que son miles las familias que ni siquiera llegan a las tres comidas diarias y que soportan una deuda contraída con las facturas mensuales, es decir, alquiler o hipoteca, agua, basura o electricidad, es decir, las básicas, cada vez peor. Los desahucios han comenzado a llegar y no tardaremos en asistir a algún episodio que otro en el que nos rompamos de dolor por esta injusticia.
En definitiva, que no se trata del punto de vista de un agorero de tres al cuarto y sí de un hecho contrastable que padecemos como si de una maligna enfermedad se tratara. Por lo tanto, creemos sinceramente que debemos aproximarnos sin temor a la realidad de nuestros vecinos a través de las organizaciones solidarias representadas en nuestra ciudad con el fin de echar una mano, que no duden serán bien recibidos y su aportación, por pequeña que sea, la aceptarán con agradecimiento infinito. Los alimentos que acumulamos en las campañas de navidad, por ejemplo, hace meses que se agotaron y, si no fuera por la aportación constante que hacen empresas y particulares, el día a día de miles vecinas y vecinos sería aún peor. Por todo esto, convencerles de que estamos a tiempo, de que aún es posible mejorar la situación de estas personas, es la finalidad de este comentario, del que deberían ustedes extraer no solo la justificada necesidad a la que nos referimos, sino la urgencia con la que debemos cubrir las necesidades mínimas de estas personas y colectivos.
Volvemos a llamar a las puertas que
todavía encontramos entreabiertas a la solidaridad y reclamamos ayuda para
quienes menos tienen. Y no teman, porque cualquiera que sea su óbolo,
bienvenido será. De lo que se trata es de dar sin mirar a quien, aunque
consciente de que pasará poco tiempo en la mano del mediador. Las necesidades
son muchas y poco, muy poco, lo que se puede compartir.
