Unas veces, las menos, porque no
sabemos de la importancia de nuestros actos; otras, porque no nos da la gana, y
las más porque somos así de insensatos, la realidad es que nos estamos quedando
sin recursos naturales a nuestro alrededor, especialmente en el entorno de la
sierra, en donde muchos de nosotros, y sálvese el que pueda, hemos puesto algo
más que interés y lo estamos dañando de forma paulatina, aunque constante. Sin
prisas y con alevosía, vamos dejando a nuestro paso por el camino viejo, a pie
o a caballo, todo tipo de basura, ya sea plástico, cristal o latas. Lo podemos
observar sin necesidad de detenernos a rebuscar y desde luego que el deterioro
ha comenzado su particular cuenta atrás y ya es perceptible el mal que le hemos
venido haciendo a lo largo de los años. El hecho, sin ir más lejos, de que una
simple e inocente botella de plástico tarde casi cien años en ser absorbida
definitivamente por la tierra, nos da, creemos, un elemental ejemplo de lo que
les decimos. Naturalmente, como solemos compartir cuando se nos ocurre este
tipo de comentarios, ustedes tendrán su propia opinión y no menos su convicción
de cómo actuar cuando pasean por la sierra, pero no estaría de más que nos
fuésemos convenciendo de que así no es posible seguir si queremos disfrutar por
muchos años del medio ambiente y su cada vez más débil ecosistema.
De entre las más importantes
caminatas que se controlan a lo largo del año, el próximo fin de semana se
desarrollará la que convoca la peña Peregrinos del Alba, que es un encuentro de
jóvenes diocesanos que acuden por cientos a los pies de la patrona y que
activan su fe tanto durante como después, justo cuando se postran ante la Virgen Morena. Nosotros
conocemos el trabajo que desarrollan los organizadores y el especial cuidado
que ponen en convencer a los jóvenes peregrinos de que no tiren nada al suelo,
de que lo aguanten hasta que, por ejemplo, lleguen hasta la ermita de san Ginés
o a los contenedores que encuentren durante el camino, que existen y que están
en estos lugares precisamente para este menester. Y lo han conseguido en las
primeras ocho veces que han convocado esta marcha y estamos convencidos de que
lo volverán a controlar en esta novena ocasión. Sin embargo, sabemos que no
siempre ocurre así, que existen otras peñas o grupos que organizan encuentros
de este tipo todos los fines de semana y que, aunque ponen algo más que su
empeño en controlar estos peligrosos excesos para el medio ambiente, no acaban
de obtener apoyo para su causa.
De acuerdo con el calendario de
movimientos de personas por el camino de herradura o viejo, que es como lo
conocemos, podemos decir que se han iniciado oficialmente los encuentros con la Virgen de la Cabeza y que, por lo tanto,
se hace imprescindible iniciar un acercamiento a los peregrinos convocantes en
busca de su apoyo, y conseguir que el paso de personas no suponga
inevitablemente la pérdida de lo que es de todos. Es el momento de iniciar otro
recorrido y éste debe desarrollarse en suelo firme, entre la autoridad
competente y las personas que tengan previsto cumplir sus promesas u
obligaciones estatutarias y que tienen como meta el santuario y la patrona.
Ahora es cuando conviene recordar la responsabilidad que se contrae desde el
primer paso dado hasta el último. Justo cuando nos arrodillamos ante Ella, y
recabar de todos y todas la ayuda imprescindible que representa la educación
medioambiental precisa que evite los males que les hemos infringido y los que
nos tememos seguiremos dedicándole.
Si queremos hacer las cosas bien,
por supuesto que algo mejor sí que podemos actuar. Y sobre todo compartiendo la
justificada preocupación de los responsables del parque con quienes tienen en
su mano la posibilidad de conseguirlo, es decir, los organizadores de este tipo
de peregrinaciones, que deberían, al mismo tiempo que hacen el acostumbrado
rezo ante el Cuadro de la Virgen, le añadieran a los neófitos andarines la
obligación que tienen de no irse desembarazando de lo que les sobra por el
camino
