martes, 5 de marzo de 2013

MARZO ES UN MES MUY DESEADO

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Acabamos de entrar en marzo, con diferencia un mes de especial relevancia entre nosotros, y más cuando, como en este caso, viviremos la semana de pasión justo la última semana. Y es que marzo  nos sitúa ante los meses que más esperamos a lo largo del año. Por ejemplo, porque recibimos a la primavera, que nos pone a los pies de la patrona y que, antes, como hemos dicho, compartiremos una de las celebraciones más esperadas durante todo el año: la semana santa. Por lo tanto, ante perspectiva tan halagüeña, entenderán ustedes que nos sintamos especialmente contentos. Acontecimientos de la importancia y trascendencia de éstos deben compartirse y celebrarse precisamente para que los protagonistas se sientan confortados y perciban que su dedicación no ha sido en balde, detalle que les ayuda muchísimo a mantener su entrega y a convocarnos de nuevo. Y en esto no somos precisamente muy generosos, quizás porque observamos lo que ocurre a nuestro alrededor, el trabajo que desarrollan los demás, de lejos, como si no nos interesara demasiado.


En el caso, por ejemplo, de la coordinación de la semana de pasión es evidente, y eso al menos debía parecernos, que se trata de una entrega sin condiciones, ímproba y comprometida de cientos de personas que tienen como objetivo hacer llegar a los demás lo que para ellos es sagrado: poner las imágenes de su cofradía en la calle en las mejores condiciones cristianas y estéticas. Y es precisamente en este detalle donde reside buena parte de la diferencia que encontramos con respecto a otros eventos o encuentros, en que son precisamente sus creencias las activan en ellos y ellas una actividad frenética emanada de sus íntimos convencimientos cristianos que por sí mismos nos llenan de orgullo a los que los observamos desde fuera.  Y en nuestro caso más, ya que aún no ha pasado una generación y, sin embargo, han conseguido recuperar las tradiciones que andaban perdidas y poner en pie sin complejos sus imágenes y sus pasos.

La realidad de nuestra semana santa, como ejemplo, está sirviendo sin ir más lejos para atraer a cientos de personas a nuestras calles decididas a observar de cerca lo que le han contado sobre cómo vivimos en nuestra ciudad esta vieja tradición. El conjunto escultórico, elemento imprescindible que valora el propio y el extraño de manera exquisita, es uno de los valores más consolidados del conjunto, al que se unen los recorridos elegidos  porque les permiten acceder a calles que de otra forma pasarían desapercibidas.  Y lo mismo ocurre con los templos en donde duermen las imágenes a la espera de su procesionamiento, verdaderas obras de arte  de nuestro patrimonio que bien merecen ser visitadas y reconocidas como auténticas joyas arquitectónicas, que contribuyen al esplendor y devoción con el que habitualmente esperan a sus puertas los fieles para observar la entrada y salida de las imágenes, algunas de las cuales exigen un gran esfuerzo de sus costaleros y capataces.

Nuestra ciudad se vestirá de domingo ramos en unas semanas y antes se habrá preparado formalmente para vivir esta gran festividad cristiana como merece, es decir, depurándose por dentro y por fuera. Solo es necesario que la meteorología acompañe, porque el resto tiene asignada sus responsabilidades y no duden ustedes de que están en buenas manos. A nosotros lo que nos corresponde es invitarles formalmente a que nos visiten, a que vengan a compartir lo que con tanta pasión vivimos. No les defraudaremos.