A falta de la información que iremos conociendo a lo largo de estos días, especialmente de los afectados y los partidos políticos, nos congratulamos sinceramente de que, por fin, desde el Ayuntamiento se haya conseguido reunir a las partes afectadas por el problema del río Guadalquivir, es decir, la Confederación Hidrográfica, los partidos políticos, los afectados y quien debe coordinarlo todo, que no es otro que el delegado del gobierno en la provincia. Consecuentemente, de lo que hayan decidido entendemos que solo beneficios supondrán, especialmente para la ciudad y los damnificados por las sucesivas inundaciones, que recordemos siguen a la espera de las indemnizaciones que les corresponden y del arreglo definitivo del cauce del río a su paso por sus tierras y propiedades. El Ayuntamiento, que había adquirido el compromiso en un Pleno apoyado por todos los partidos políticos, por fin ha conseguido sentar en la misma mesa todas las posturas, desde las exigencias del pago de lo adeudado hasta el futuro más inmediato que les espera a las personas que viven de cerca los altibajos del río.
Por el momento, la solución a los problemas, como hemos repetido en infinidad de ocasiones, pasa obligadamente por la terminación de la elevación de la mota, que se paró justo cuando el nuevo Gobierno llegó al poder, no sabemos si porque quería conocer el desarrollo y el por qué de esta actuación o si su intención era la de mejorar el acabado, que todo es posible. La realidad ahora es que la Confederación ha decidido escuchar más opiniones sobre el conjunto del problema y, de acuerdo con sus propias palabras, se abre un plazo de tiempo que servirá para situar a cada cosa en su sitio, especialmente en lo que hace referencia a la presa de Marmolejo, sobre la que se ha dicho desde la Confederación que deje de usarse como arma arrojadiza porque, entre otras circunstancias, no está del todo claro que sea ésta la única responsable las inundaciones. Desde fuera, lo que se deduce es que debe haberse realizado un nuevo estudio de aproximación que es el que acabará implantándose y que permitirá, suponemos, el acabado completo de una obra que sabemos de especial relevancia y necesidad por las consecuencias que se derivan cuando el nivel de las aguas supera las tolerancias que les proporciona la mota construida. Pero eso es lo que deducimos nosotros, que entendemos muy poco del tema, porque lo evidente es que huele muy mal, pese a quien pese, al menos por el momento.
Por nuestra parte, no obstante, con que se hayan citado en la Casa Consistorial las diferentes propuestas y demandas, con que haya sido posible reunir a la autoridad y a los afectados, nos damos por satisfechos. Evidentemente, ese era el gran escollo y el primero a eliminar si de verdad lo que se quiere es aliviar la actual presión que soportan los residentes en las orillas del Guadalquivir, que venían quejándose, y no sin razón, de que habían sido abandonados por las administraciones. Y lo justifica el hecho de que desde hace más de un año, por parte de la autoridad competente, en este caso la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, no se actuaba ni para bien ni para mal. Simplemente se hacían oídos sordos, o eso al menos parecía, a las diferentes demandas de información que los afectados les hacían llegar desde los cauces legales, o sea, desde el Ayuntamiento, la Delegación de la Confederación en la provincia y en la mismísima sede sevillana de ésta.
Después de tan largo paseo por el desierto de la desinformación y la duda, el que se haya producido una reunión de tan altos vuelos nos parece sinceramente magnífico, incluso independientemente de su resultado, ya que lo que interesa a partir de ahora es que las partes hayan podido expresar sus dudas y posturas ante una realidad que entendemos de gran importancia para cientos de familias. Ojalá la consecuencia de este encuentro acabe relegando las justificadas inquietudes de quienes tantas veces han visto cómo las aguas del río se han llevado por delante todo lo que tenían y den paso a un nuevo tiempo del que se desprendan las intervenciones que necesita una obra inacabada antes de que tengamos que lamentar de nuevo males mayores.
