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Los
que entienden que nuestros gobernantes no acaban de delegar, que las
instituciones no atraen con sus programaciones o que Andújar no
camina a la misma velocidad que la mayoría de las ciudades de la
provincia, que no están exentos de razón desde luego, debían
plantearse paralelamente qué tipo de implicación o de esfuerzo
aportarían a lo que plantean las instituciones desde la cultura, el
deporte o cualquier otra disciplina. Es ahí, entendemos, donde
radica buena parte de nuestra particular manera de ver la realidad,
en que observamos, pero no participamos. Y lo queramos o no, un
pueblo que solo observa y que no se integra en la colectividad, tiene
un futuro complicado. Las instituciones que nos gestionan, obligadas
como están a trabajar por nosotros, dedican buena parte de sus
esfuerzos a mejorarnos como ciudad y a mostrar lo mejor de nuestras
características al resto del mundo en lo que se conoce como
patrimonio histórico.
En
nuestro caso, y no crean que estamos solos en esta particular forma
de observar lo que ocurre a nuestro alrededor, asistimos a la
realización de estos esfuerzos corporativos desganados, apáticos y
escasamente convencidos de que cualquiera de ellos aporten algo
positivo para la colectividad. Afortunadamente, y en esto sí que
somos realmente diferentes, la intensa actividad de nuestros
colectivos y asociaciones dan una imagen muy dinámica de lo aquí
ocurre y de nuestra capacidad para la organización de actos de todo
tipo, algunos de los cuales nos aúpan a los primeros puestos
provinciales. No obstante, una gran mayoría gusta de observar a los
demás, y dará igual que se trate de la feria de todos los años o
de cualquier evento deportivo, porque entiende que es mejor que la
suya o que entre nosotros no se convocan eventos deportivos de tanto
calado.
Aunque
no nos atrevemos a calificar esta actitud como quizá merezca, es
evidente que algo de envidia sí que observamos en lo que no es
nuestro y lo que hacen por nosotros, que no otra cosa ha ocurrido, un
año más, con la calificación final que ha obtenido nuestra feria
de septiembre. De poco parece que haya servido el mensaje oficial de
que los tiempos no están para despilfarros de dinero público y que
había que ajustarse a la realidad si no queremos que los excesos
acaben pasándonos factura. En todo caso, aceptar que podía y debía
haberse aplicado a la programación algo más de imaginación, lo
entenderíamos. Descalificar el conjunto nos parece excesivo e
innecesario. Como dijimos la semana pasada, una cosa es ver de lejos
el desarrollo del conjunto de la programación y otra implicarse en
la construcción de un evento que, como exigencia imprescindible, es
que contente a una gran mayoría.
Ya lo
hemos dicho: en Andújar disfrutamos de una particular forma de
interpretar nuestra propia realidad y somos complicados de convencer.
Por lo tanto, nada mejor que pasar a la acción, es decir, dejarnos
de opinar sobre lo que hacen los demás y ponernos a su disposición.
Y si como unidad no es posible sí desde un colectivo, que para eso
precisamente están ahí, para ayudar a mejorar todo lo que nos
importa. Y tenemos mucho trabajo por delante.