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Es el
primer viernes después de las vacaciones en el que nos adentramos en
el tema del tráfico, que es lo que habitualmente hacemos a lo largo
del año. Y volvemos relativamente ilusionados con el giro que,
también estas vacaciones, se ha detectado en el recuento a la baja
que se ha hecho de los accidentes registrados a lo largo de este
peligroso período de tiempo, porque recordemos que durante éste se
han contabilizado más de catorce millones de desplazamientos en todo
el país. De mantenerse esta tendencia, que ojalá así sea, la cifra
final de este año volverá a ser positiva en cuanto a la reducción
que deseamos se consolide como lo viene siendo desde hace unos años.
Naturalmente, para que esto sea así, el papel que lo determina pasa
obligatoriamente por la actitud positiva que aporte a la circulación
el usuario, que debe mantenerse en todo momento consciente del
difícil papel que interpreta mientras conduce y aceptar las
imposiciones ligadas sobre todo a la velocidad y al abuso del alcohol
y otras drogas que Tráfico tiene implantadas. Este organismo
continúa, no obstante, aportando innovaciones que controlan más y
mejor los abusos que generalmente cometemos al volante.
El
apartado que protagonizan moteros y ciclistas, con diferencia, se ha
llevado a lo largo del año la mayor parte del esfuerzo de los
técnicos de Tráfico en cuanto a su control. Los esforzados
ciclistas han visto cómo se les ha obligado a equipar a su vehículo
con luces delanteras y traseras, y a punto han estado de verse
obligados a llevar el casco también en ciudad, aunque todo se andará
y no creemos que tarde en implantarse una vez se comprueba que los
accidentes en la ciudad aumentan peligrosamente. La decisión más
interesante, a la que solo le falta la implicación de las policías
locales, es el hecho de que se les exija a los menores de dieciocho
años el casco en las ciudades. De implicarse los agentes de la
autoridad, cientos serán los menores que se verán obligados a dejar
aparcada su bicicleta si no aceptan lo de colocarse el casco, lo
mismo que debería hacerse obligándoles a circular por donde deben y
no hacerlo sin aceptar ninguna norma establecida. Por el momento, la
cifra de usuarios de la bicicleta fallecidos supera los cincuenta.
En
cuanto a las motos, por supuesto que sin quererlo, se han colocado en
el punto de mira de la autoridad que vigila y controla el tráfico,
ya que el número de accidentes ha hecho saltar las alarmas. De nuevo
han sido algunas de sus actuaciones las que hemos visto en los
informativos de las televisiones, en donde muestran su peor cara y
queda de manifiesto que no tienen intención, al menos algunos de
ellos, de aceptar imposiciones oficiales de ningún tipo: ni límites
de velocidad, ni zonas de prohibición de adelantamiento, ni ninguna
que les limite sus ansias de destacar por encima de la media. Se les
olvida, y así le ha sucedido a casi sesenta de ellos en lo que va de
año, que verse involucrados en un accidente es lo menos que se
espera cuando no se tiene por costumbre respetar su propia vida. Por
el momento, la moto sigue siendo objetivo prioritario de la Dirección
General de Tráfico y todo indica que los controles y el seguimiento
no solo se van a mantener, sino que se incrementarán
significativamente.
De
las decisiones que se han tomado para un mayor control de las
acciones que desarrollamos habitualmente los conductores, les
hablaremos la próxima semana. Son muchas y muy interesantes, sobre
todo las que están ligadas al coste final de las sanciones
económicas que se nos vendrán encima en cuanto nos pasemos de la
raya. Mientras tanto, feliz semana y hasta el lunes.