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Asumiendo
que la mayoría de los usuarios conoce el Código de la Circulación,
en vigor, por cierto, desde 1934, o al menos ser conscientes de que
están obligados a saber lo más importante y trascendente, lo lógico
es que no entendamos las maniobras que algunos muestran en público.
Por ejemplo, los que usando la bicicleta cuando la luz natural ha
dejado paso a la noche, no entienden que lo inmediato e
imprescindible es dotar a su vehículo de una luz trasera y otra
delantera. La finalidad no parece que necesite más detalles, porque
de lo que se trata es de que sean detectados por el resto de
usuarios. Así de sencillo. Más ejemplos: los que, usando un
vehículo específico para personas disminuidas físicas, circulan de
día sin las luces de posición encendidas, detalle que les pone
delante de los leones y, además, deberían saber que son
obligatorias también de día, como ocurre con el resto de
motocicletas y scooters. El hecho de que no conozcan este detalle,
que tengan en cuenta que no les exime de responsabilidad.
Consecuencias que devienen de este error: sanciones y peligro. Pero
hay más, ya que los límites habitualmente los ponen los usuarios y
no faltan los que, fuera de toda lógica, se hacen acompañar de un
menor entre sus piernas al frente del vehículo, que recordemos tiene
unas dimensiones muy reducidas y que circula sin las luces
encendidas. Es decir, que no es detectado con facilidad por el resto
de usuarios de la vía pública. En caso de choque, ya me dirán
ustedes las consecuencias que se pueden derivar del desencuentro.
Otro
asunto que nos trae de cabeza, y quizá nunca mejor utilizado el
término, es el casco de los ciclistas en ciudad y carretera. Porque
son los más vulnerables, porque una simple caída puede resultar
mortal, porque existen artículos en el Código que dejan claro que
éstos forman parte del tráfico y que tienen sus derechos como
cualquier otro usuario, reclamamos especial delicadeza cada vez que
nos crucemos con ellos y, sobre todo, los adelantemos. En el caso de
aquellos que no han cumplido los dieciocho años y que deciden usar
la bicicleta en ciudad, atención, porque el casco es obligatorio.
Los que no acepten esta norma en vigor, que sean conscientes de que
serán sancionados. Ahora de lo que se trata es de que el agente de
la policía local actúe en consecuencia y no permita lo que ahora
ocurre con demasiada frecuencia, es decir, que siga circulando. Pero
hay más, ya que la mayoría de los usuarios de la bicicleta que
vemos por la noche, perdidos en la oscuridad, sin luz que les haga
destacar, son precisamente menores sin luz y sin casco; eso cuando no
viajan dos en la misma bicicleta.
Resumiendo:
estamos permitiendo que unos menores transgredan el Código y, aunque
no sea precisamente lo más importante, sin control de ningún tipo.
No sabemos si es complicado o no perseguir este tipo de excesos, pero
desde luego que es urgente que se actúe en favor de la erradicación
de un problema que esperemos reduzca cuando comiencen las primeras
lluvias, pero mientras tanto, lo dicho, se debería actuar cuanto
antes. Al fin y a la postre, de lo que se trata es de evitar
accidentes de consecuencias imprevisibles.
Y si
invitamos a los conductores de vehículos a motor de cuatro o más
ruedas a ser mínimamente consecuentes y asuman las necesidades de
espacio que necesitan los ciclistas para su seguridad, especialmente
cuando son adelantados, rogamos a los protagonistas del comentario de
hoy a acatar las normas en vigor y que no se excedan por nada del
mundo. Ellas y ellos saben muy bien que los excesos acaban pagándose,
pero en su caso pueden ser mortales de necesidad. En lo que va de
año, más de cincuenta ciclistas han fallecido a consecuencia de
sendos accidentes en todo tipo de carreteras y por toda clase de
usuarios, confirmando la tendencia al alza que se viene detectando
desde primeros del año. Por lo tanto, atención y sentido común.