viernes, 20 de septiembre de 2013

CONOCER EL CÓDIGO DE LA CIRCULACIÓN NOS SIRVE PARA DEFENDERNOS

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Asumiendo que la mayoría de los usuarios conoce el Código de la Circulación, en vigor, por cierto, desde 1934, o al menos ser conscientes de que están obligados a saber lo más importante y trascendente, lo lógico es que no entendamos las maniobras que algunos muestran en público. Por ejemplo, los que usando la bicicleta cuando la luz natural ha dejado paso a la noche, no entienden que lo inmediato e imprescindible es dotar a su vehículo de una luz trasera y otra delantera. La finalidad no parece que necesite más detalles, porque de lo que se trata es de que sean detectados por el resto de usuarios. Así de sencillo. Más ejemplos: los que, usando un vehículo específico para personas disminuidas físicas, circulan de día sin las luces de posición encendidas, detalle que les pone delante de los leones y, además, deberían saber que son obligatorias también de día, como ocurre con el resto de motocicletas y scooters. El hecho de que no conozcan este detalle, que tengan en cuenta que no les exime de responsabilidad. Consecuencias que devienen de este error: sanciones y peligro. Pero hay más, ya que los límites habitualmente los ponen los usuarios y no faltan los que, fuera de toda lógica, se hacen acompañar de un menor entre sus piernas al frente del vehículo, que recordemos tiene unas dimensiones muy reducidas y que circula sin las luces encendidas. Es decir, que no es detectado con facilidad por el resto de usuarios de la vía pública. En caso de choque, ya me dirán ustedes las consecuencias que se pueden derivar del desencuentro.

Otro asunto que nos trae de cabeza, y quizá nunca mejor utilizado el término, es el casco de los ciclistas en ciudad y carretera. Porque son los más vulnerables, porque una simple caída puede resultar mortal, porque existen artículos en el Código que dejan claro que éstos forman parte del tráfico y que tienen sus derechos como cualquier otro usuario, reclamamos especial delicadeza cada vez que nos crucemos con ellos y, sobre todo, los adelantemos. En el caso de aquellos que no han cumplido los dieciocho años y que deciden usar la bicicleta en ciudad, atención, porque el casco es obligatorio. Los que no acepten esta norma en vigor, que sean conscientes de que serán sancionados. Ahora de lo que se trata es de que el agente de la policía local actúe en consecuencia y no permita lo que ahora ocurre con demasiada frecuencia, es decir, que siga circulando. Pero hay más, ya que la mayoría de los usuarios de la bicicleta que vemos por la noche, perdidos en la oscuridad, sin luz que les haga destacar, son precisamente menores sin luz y sin casco; eso cuando no viajan dos en la misma bicicleta.

Resumiendo: estamos permitiendo que unos menores transgredan el Código y, aunque no sea precisamente lo más importante, sin control de ningún tipo. No sabemos si es complicado o no perseguir este tipo de excesos, pero desde luego que es urgente que se actúe en favor de la erradicación de un problema que esperemos reduzca cuando comiencen las primeras lluvias, pero mientras tanto, lo dicho, se debería actuar cuanto antes. Al fin y a la postre, de lo que se trata es de evitar accidentes de consecuencias imprevisibles.


Y si invitamos a los conductores de vehículos a motor de cuatro o más ruedas a ser mínimamente consecuentes y asuman las necesidades de espacio que necesitan los ciclistas para su seguridad, especialmente cuando son adelantados, rogamos a los protagonistas del comentario de hoy a acatar las normas en vigor y que no se excedan por nada del mundo. Ellas y ellos saben muy bien que los excesos acaban pagándose, pero en su caso pueden ser mortales de necesidad. En lo que va de año, más de cincuenta ciclistas han fallecido a consecuencia de sendos accidentes en todo tipo de carreteras y por toda clase de usuarios, confirmando la tendencia al alza que se viene detectando desde primeros del año. Por lo tanto, atención y sentido común.