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Es
sencillamente imposible que nuestra feria de septiembre, como
cualquier otro evento, acabe siendo del gusto y la conveniencia de
todos. En esta ocasión, siendo conscientes de que las concejalías
implicadas en su desarrollo se han visto limitadas sustancialmente en
su presupuesto, parece que al menos los que la han disfrutado no la
han calificado mal del todo. Si acaso, como por otra parte era de
esperar, los representantes de los partidos políticos en la
oposición sí que han cargado las tintas a la hora de valorar los
días de asueto que el Ayuntamiento ha programado para el disfrute de
propios y extraños. Pero esta situación no es nueva y quizá por
eso pocos sean los que les den importancia. Por otra parte, la
opinión de los que han expuesto su dinero y dedicado a casetas,
puestos de feria al uso y convocatorias que necesitaban de un masivo
apoyo popular sean remisos a calificar la feria que la ciudad dedica
a san Eufrasio. La gran mayoría coincide en que puede mejorar y que
la crisis es realmente la culpable de que este tipo de encuentros se
hayan convertido en un problema de gran calado económico para todos
ellos.
Nosotros
entendemos que programar y desarrollar una cita tan particular como
peculiar, en la que deben conjugarse las ganas de diversión de
personas de todas las edades y gustos, debe ser un reto muy difícil
y que necesita del apoyo y la ayuda de infinidad de personas para que
finalmente se pueda asegurar el día antes de su inauguración que
todo está listo para su disfrute. Y precisamente por este detalle
desde siempre, la haya organizado quien la haya organizado, hemos
sido cautelosos a la hora de ponerle nota. En esta ocasión estamos
en las mismas y nos reservamos lo que nos ha parecido, pero no tanto
por evitar dañar la imagen de nadie como porque estamos convencidos
de que lo sencillo y cómodo es criticar; lo complejo y comprometido
es organizar un evento en el que deben caber todas las personas que
lo visiten y para las que debe haberse previsto un apartado lúdico
con el que se sientan identificadas.
En
cuanto a que los tiempos que corren no son los más adecuados para
enfrentarse a una convocatoria popular de esta envergadura, no
creemos necesario que lo volvamos a detallar por conocido. Sí
queremos, no obstante, entrar en detalles sobre si es o no
imprescindible que hasta nuestra ciudad se desplace un artista
puntero, capaz de atraer a quienes nos observan desde fuera, para con
él como reclamo esperar la visita de incondicionales desplazados
desde otras ciudades de la provincia, eso es algo que algunos
entienden que se aseguraba el éxito de la feria en cuanto al número
de asistentes al recinto frente a los que, conocedores de los
batacazos económicos que se han dado en otras ciudades, no quieren
ni pensar verse obligados a asumir casi en solitario el desembolso
económico que exigen este tipo de actuaciones. Y los que echan mano
a la memoria para recordar los número uno del espectáculo que hasta
aquí han venido, están en su derecho, por supuesto, pero es
evidente que no son tiempos para el despilfarro. Y es que ¿alguien
se atreve a firmar un cheque de cuarenta o cincuenta mil euros, que
es el caché de la mayoría de los artistas de la canción más
conocidos y demandados, convencido de que recuperará la inversión?
Ejemplos nos sobran de que no ha sido así en ciudades de nuestro
empaque y trayectoria, y desde luego que caer en el mismo error
cuando de antemano se sabe que nos costará el dinero y solo para
satisfacer a unos pocos, nos parece un lujo de consecuencias
imprevisibles.
Lo
mejor es aceptar que este encuentro con la diversión que llega todos
los años en septiembre y que nos invita a olvidarnos unos días de
preocupaciones y problemas, lo vivamos con intensidad e implicación.
Naturalmente, conscientes de que se puede mejorar y de que para el
año siguiente se debe eliminar lo que nos estorbe, por supuesto que
sí. Así, debemos ponernos a trabajar cuanto antes, y no solo el
político responsable, sino la ciudadanía al completo, que para eso
es la feria de todas y de todos.