viernes, 27 de septiembre de 2013

MÁS CONTROL SOBRE NOSOTROS MISMOS

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Por el momento, y toquemos madera, el número de víctimas por accidentes de tráfico se mantiene a la baja. Concretamente, por encima de doscientas personas menos que el año pasado, lo que no solo supone un nuevo espaldarazo a las políticas de la Dirección General de Tráfico, sino un alivio para todos nosotros. De continuar en esta línea, que es algo que esperamos convencidos de que así será, llegaremos al final del año con una nueva e importante reducción en la cifra de accidentes, aunque debemos ser cautelosos y tener en cuenta que aún nos quedan fiestas importantes por disfrutar, como es el caso de la Hispanidad, Todos los Santos, Constitución e Inmaculada, Navidad, fin de año, Reyes…Cualquiera de ellas tiene una gran capacidad de convocatoria y tira a la calle a miles de usuarios por diferentes recorridos, es decir, justo lo que nos sitúa delante de los caballos.

Como hemos dicho, las políticas que desarrolla actualmente Tráfico, casi todas ellas ligadas a la sanción económica, han hecho mella en muchos de nosotros, que nos hemos visto obligados a controlarnos cuando de pisar el acelerador o de consumir alcohol se trata. No estamos de acuerdo con algunas de las normas en vigor, pero sí con las que evitan accidentes, y la velocidad excesiva y la inadecuada es una de ellas. Por eso no entendemos ni compartimos la idea de muchos de nosotros con respecto a la ubicación que la Guardia Civil de Tráfico hace de sus coches fotocontrol, que son esos que nos hacen una foto en movimiento y que los encontramos en cualquier carretera detenidos o circulando. Y no decimos nada de cuando son cazados por un control de velocidad que ha sido anunciado mil metros antes. En cualquiera de los dos casos, la respuesta inmediata o el análisis del conductor denunciado siempre es la misma, asegurando que están solo para recaudar, porque donde se encontraba detenido no existe peligro de ningún tipo. Y quizás lleven razón, pero se les olvida, suponemos que interesadamente, que la velocidad máxima en nuestro país no puede superar, en ningún caso, los ciento veinte kilómetros por hora.

Así las cosas, con muy pocas posibilidades de que prospere un pliego de descargo cuando de por medio existe una infracción por esta causa, de lo que se trataría es de mantener durante todo el recorrido la velocidad máxima que nos exigen las normas en vigor. Solo así conseguiremos ir y venir con la seguridad de que al menos por exceso de velocidad no seremos denunciados. De otra forma, mucho nos tememos que no será posible. De hecho, el incremento de las denuncias por exceso de velocidad en carretera y ciudad ha superado con creces las del año pasado, lo que nos da una idea del poco respeto que tenemos al peligro y a las denuncias. Parece que no hemos caído en el hecho de que lo que no va a cambiar desde luego es la actitud de Tráfico con respecto al asunto de la velocidad, entre otras razones porque ha visto en esta deficiencia una importante suma de dinero a la que no está dispuesta a renunciar.

Consecuentemente: solo nosotros podemos evitar la sanción. No hace falta la intervención de nadie y menos el consejo de quienes aseguran que por aquí o por allá no suele haber control policial. La última persona que toma las decisiones en el vehículo es el que lo conduce y éste debía optar por poner en marcha el sentido común y dejar a un lado las ganas de salir por peteneras que muestran algunos. Y más hoy, que la mayoría de los vehículos cuentan con el control de velocidad como parte del primer equipo del coche, que le permite, entre otras ventajas, un menor consumo, velocidad mantenida durante casi todo el viaje y olvidarse de los controles de velocidad, siempre, claro que la velocidad asegurada electrónicamente no supere los límites establecidos.


Hagan ustedes las cuentas y comprobarán que les saldrán redondas. Viajarán más relajados, más seguros y un menor consumo general de su coche. Con diferencia, no hay quien dé más.