lunes, 30 de septiembre de 2013

NOVATADAS Y BROMAS EN LOS CENTROS ESCOLARES

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Aunque desde fuera no vaya más allá de una simple broma de bienvenida a los nuevos alumnos en los centros escolares, especialmente a los recién incorporados al campus universitario, la realidad es bien distinta, ya que los abusos que a veces soportan algunos de ellos superan con creces las mentes más retorcidas. Humillaciones, consumir alcohol sin quererlo, miccionar encima de ellos y ellas, abusos de todo tipo, vejaciones públicas, etc., son algunas de las más conocidas y compartidas.

Algunas, como la ocurrida el año pasado en la ciudad universitaria por antonomasia, Santiago de Compostela, en la que tres alumnos tuvieron que ser atendidos en el hospital por quemaduras producidas por un líquido que les echaron en la cara, de las que les han quedado secuelas importantes, rayan lo puramente anecdótico para convertirse en un problema estudiantil de cuidado y del que las autoridades universitarias es posible que tengan mucho que decir y que hacer para evitarlas. 

Y lo peor de todo es que, independientemente de las sanciones específicas que se hayan adoptado con el fin de evitarlas, la realidad es que las novatadas o bromas entre estudiantes está a la orden del día. Y no otra razón tiene el comentario de hoy, puesto que todos sabemos que en los centros universitarios ha comenzado la llegada de alumnos para iniciar o continuar con los cursos y conviene no perder de vista lo que suele ocurrir en algunos de ellos, aunque en realidad sea en los colegios mayores, que es donde residen la mayoría, en donde se produzcan este tipo de desencuentros entre los chicos que se erigen en controladores de los novatos y a los que suelen apoyar sus compañeros.

No ha sido la primera vez que la broma ha acabado en los juzgados luego de pasar por el hospital y mucho nos tememos que tampoco la última. Y todo porque se trata de una costumbre in memoriam que se quiere mantener en el tiempo. Así, no faltan los que son obligados a consumir alimentos o productos putrefactos, o los que se deben desnudar delante de los compañeros, o también los que pasan la primera noche desnudos por los alrededores. Es decir, que las bromas y novatadas de la mili que vemos aún en las películas españolas de los años sesenta se repiten hoy incluso con más virulencia. 

Las personas que padecen este tipo de situaciones las llevan consigo por años y no siempre consiguen olvidarlas. La ansiedad con la que vivieron esos años, el estado depresivo en el que se desenvolvieron los primeros meses en la universidad, y lo peor, revivir estas experiencias casi traumáticas para algunos acaba derivando en un estado de inestabilidad emocional, física y mental permanente. Por supuesto, el expediente académico de estos alumnos no suele presentar precisamente datos de los que se puedan sentir orgullosos, pero de por medio existe un pacto de silencio que les obliga, sobre todo si quieren seguir sus estudios en ese centro, a no denunciar las vejaciones que padecen. 

Por ley están expresamente prohibidas este tipo de bienvenidas en los centros escolares españoles, pero la realidad es bien distinta. De hecho, de todos es conocido que existen infinidad de denuncias de alumnos y de sus familias en relación con las presiones y los malos tratos que reciben algunos de ellos en el recinto escolar, y pocos los controlados y solucionados por la autoridad educativa. En España, el año pasado, como ejemplo clarificador, tres menores decidieron quitarse la vida sencillamente porque no pudieron soportar las presiones que les llegaban de parte de sus compañeros. Hoy aún no se han  resuelto los casos. Pero las novatadas, las presiones y los malos tratos que algunos reciben en el recinto del centro escolar siguen como hace años.