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Aunque desde
fuera no vaya más allá de una simple broma de bienvenida a los nuevos alumnos
en los centros escolares, especialmente a los recién incorporados al campus
universitario, la realidad es bien distinta, ya que los abusos que a veces
soportan algunos de ellos superan con creces las mentes más retorcidas.
Humillaciones, consumir alcohol sin quererlo, miccionar encima de ellos y
ellas, abusos de todo tipo, vejaciones públicas, etc., son algunas de las más
conocidas y compartidas.
Algunas,
como la ocurrida el año pasado en la ciudad universitaria por
antonomasia, Santiago de Compostela, en la que tres alumnos
tuvieron que ser atendidos en el hospital por quemaduras producidas por un
líquido que les echaron en la cara, de las que les han quedado secuelas
importantes, rayan lo puramente
anecdótico para convertirse en un problema estudiantil de cuidado y del que las
autoridades universitarias es posible que tengan mucho que decir y que hacer
para evitarlas.
Y lo peor de todo es que, independientemente
de las sanciones específicas que se hayan adoptado con el fin de evitarlas, la
realidad es que las novatadas o bromas entre estudiantes está a la orden del
día. Y no otra razón tiene el comentario de hoy, puesto que todos sabemos que en
los centros universitarios ha comenzado la llegada de alumnos para iniciar o
continuar con los cursos y conviene no perder de vista lo que suele ocurrir en
algunos de ellos, aunque en realidad sea en los colegios mayores, que es donde
residen la mayoría, en donde se produzcan este tipo de desencuentros entre los
chicos que se erigen en controladores de los novatos y a los que suelen apoyar
sus compañeros.
No ha sido la primera vez que la broma
ha acabado en los juzgados luego de pasar por el hospital
y mucho nos tememos que tampoco la última. Y todo porque se trata de una
costumbre in memoriam que se quiere mantener en el tiempo. Así, no
faltan los que son obligados a consumir alimentos o productos putrefactos, o
los que se deben desnudar delante de los compañeros, o también los que pasan la
primera noche desnudos por los alrededores. Es decir, que las bromas y
novatadas
de la mili que vemos aún en las películas españolas de los años sesenta se
repiten hoy incluso con más virulencia.
Las personas que padecen este tipo de
situaciones las llevan consigo por años y no siempre consiguen olvidarlas. La
ansiedad con la que vivieron esos años, el estado depresivo en el que se
desenvolvieron los primeros meses en la universidad, y lo peor, revivir estas
experiencias casi traumáticas para algunos acaba derivando en un estado de
inestabilidad emocional, física y mental permanente. Por supuesto, el
expediente académico de estos alumnos no suele presentar precisamente datos de
los que se puedan sentir orgullosos, pero de por medio existe un pacto de
silencio que les obliga, sobre todo si quieren seguir sus estudios en ese centro,
a no denunciar las vejaciones que padecen.
Por ley están expresamente prohibidas
este tipo de bienvenidas en los centros escolares españoles, pero la realidad
es bien distinta. De hecho, de todos es conocido que existen infinidad de
denuncias de alumnos y de sus familias en relación con las presiones y los malos tratos
que reciben algunos de ellos en el recinto escolar, y pocos los controlados y
solucionados por la autoridad educativa. En España, el año pasado, como ejemplo
clarificador, tres menores decidieron quitarse la vida sencillamente porque no
pudieron soportar las presiones que les llegaban de parte de sus compañeros.
Hoy aún no se han resuelto los casos. Pero las novatadas, las presiones y
los malos tratos que algunos reciben en el recinto del centro escolar siguen
como hace años.