jueves, 14 de noviembre de 2013

DE NUEVO INNOVANDÚJAR, DE NUEVO LA ILUSIÓN

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Sin más intención que la de plantearnos el problema industrial de nuestra ciudad desde una perspectiva de sincera esperanza, que es algo, por cierto, muy humano eso de conocer con anticipación lo que será de nosotros, la verdad es que el anuncio de la posible implantación en los terrenos del futuro parque tecnológico de una plataforma intermodal, que hasta la propia denominación oficial nos gusta, nos ha devuelto algo de ilusión y ganas de creer en nuestras posibilidades reales de prosperar como ciudad industrial y que siempre nos ha dado la espalda, y que también desde siempre se ha resistido a compartir con nosotros sus venturas y desventuras. Es por esto que cuando hemos conocido que la Junta de Andalucía y el propio Ayuntamiento pueden por fin ponerse de acuerdo, luego de no pocos problemas administrativos y partidistas, en algo tan fundamental para nuestro futuro inmediato, comprenderán que nos tenga embelesados y hasta un poco confundidos.

Y si al mismo tiempo tenemos en cuenta los tiempos tan rematadamente malos por los que andamos como zombis, la noticia viene como caída del cielo. Es decir, que si echamos mano de las declaraciones en positivo de los diferentes ministros ligados a nuestra economía, le añadimos la buena nueva que nos ha llegado estos días y el hecho de estar convencidos de que ya es hora de que alguien se fije en nosotros con buenas intenciones, la verdad es que es para que nos sintamos satisfechos. Otra cosa será lo que tenga que ser, que para eso nos han dado bofetadas en todas partes y tenemos el cuerpo hecho, pero al menos nos servirá como excepcional acicate para creer en nuestras posibilidades. Sin embargo, el hecho de que sobre los terrenos de la recta del Sotillo hayan caído tantas desgracias como mentiras y que desde el principio no olía del todo bien, es de entender que no sea sencillo ilusionar a nadie a no ser que tenga intereses en los miles de metros que se decidieron acotar para desarrollar el dichoso parque empresarial. De hecho, el ciudadano lo observa como algo que no verán sus ojos, convencido quizá por la inoperancia administrativa a la que ha asistido hasta ahora y por la propia desilusión que ha protagonizado nuestra clase política, que ha ido dando de lado a lo que durante años pudo ser la culminación del gran sueño industrial que desde siempre ha tenido nuestra ciudad y sus habitantes.

Por otra parte, como no hemos sido capaces de iniciar planteamientos paralelos desde los que poder comenzar el camino de vuelta hacia la recuperación de nuestro escaso patrimonio industrial, como se nos ha ido acotando cualquier resquicio para la ilusión, el que ahora suenen campanas de buenas nuevas, lo lógico es que, antes de salir en desbandada a saber de ellas y sus intenciones, observemos con cautela lo que aseguran que nos tienen preparado para nuestro resurgir económico, algo en lo que cada vez creemos menos y evidentemente no sin razón. Y es que, a estas alturas de nuestra historia más reciente, si nos planteamos seriamente el recuento del devenir de nuestra ciudad, de lo que han hecho por nosotros unos y otros, que nadie se sorprenda si en la suma sólo encuentran reproches, porque justificados están.


Han sido muchos, demasiados, los golpes bajos que la ciudadanía ha recibido sin merecérselo. Ya es hora, por tanto, de que no se le engañe más. La frivolidad con la que a veces nos trata la clase política, por obscena, debe ser erradicada cuanto antes en beneficio de un mejor entendimiento. Con esto queremos decir que no vuelvan a echar mano de proyectos inviables ni de invitaciones a la ilusión sin más. Sin que sirva de precedente y por una vez al menos, sean ustedes, señoras y señores de la política, serios, y afronten nuestro futuro con rigor. Todo lo demás, zarandajas de bajo coste y no menos sueños de grandeza y de continuidad en el cargo.