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Es
evidente que nuestra ciudad presenta características comerciales que
la diferencian del resto claramente, lo que no sólo le sirve para
prosperar frente al resto de la oferta comercial más próxima y
conocida, sino que le sirve como excepcional atractivo frente a
la monótona perspectiva del resto de los escaparates más cercanos.
Y si tenemos que interpretar este momento tan especial, sin duda que
caemos en la cuenta de que aún estamos a tiempo, de que todavía es
posible el milagro, de que todavía estamos en hora para corregir lo
que hemos hecho mal, que a estas alturas nadie duda que debe haber
sido muy mucho si nos atenemos a la crisi comercial que hemos vivido
estos últimos años. Pero como ahora no es el mejor momento para las
lamentaciones y sí para enfrentarse sin dilación a las posibles
soluciones que tengamos a mano y ponerlas al servicio de las opciones
que más nos puedan ayudar a mejorar lo que sin duda aún tiene
arreglo, pues manos a la obra.
Desde
la perspectiva del comerciante, difícil será que alguien le haga
entender la situación sin que de por medio se busque el chivo
expiatorio que un momento tan complejo demanda para que sea quien
asuma las culpas. Y todos tan contentos. Sin embargo, lo que parece
el motivo más compartido es que no siempre la situación ha estado
como ahora, es decir, no siempre el comerciante, el pequeño
empresario de nuestra ciudad, se ha sentido tan apoyado, nunca como
ahora ha sido tan valorado su papel y desde luego que tampoco se le
han brindado tantas oportunidades. Consecuentemente, su respuesta ha
sido la esperada y de ahí que podamos asegurar que se ha dado una
gran paso hacia un mejor entendimiento entre las partes que estamos
convencidos permitirá la organización de eventos de mayor
envergadura que justifiquen que importancia comercial a nuestra
ciudad y que se convierta en referencia interprovincial. Los
beneficios que se podían obtener no tardarían en ser percibidos por
quienes casi han perdido sus esperanzas de un futuro mejor para sus
negocios.
Sería
muy interesante, sin embargo, que la opinión de nuestras mujeres y
hombres del pequeño comercio se tuvieran cuenta y no sólo como un
detalle de la oficialidad y sí como una actitud permanente desde la
que abrir nuevos cauces de entendimiento que permitan la aportación
de ideas e imaginación en cantidad y calidad suficientes como para
que no se vuelva a repetir el oscuro pasado que tanto daño ha hecho
a quienes, si han cometido algún error, éste no ha sido otro que el
de guardar silencio y caer en el error de la crítica fácil.
Afortunadamente el paso del tiempo ha sido determinante cuando de
encontrar el punto de inflexión se trataba, puesto que al final de
la silenciosa y soterrada batalla, unos y otros han llegado a la
conclusión de que no ha servido de nada. Tiempo perdido que ha
perjudicado a la ciudad y a su entramado comercial.
Por
supuesto, si el camino andado nos permite recuperar el sentido común
y habilita nuevos cauces de participación a la totalidad de los
implicados en el cambio que la ciudad demanda con urgencia, aunque
con matices, habrá valido la pena. La evidencia anuncia con tiempo
que es posible, que el esfuerzo obtendrá casi inmediatamente el
éxito y que el papel de todos habrá sido determinante para la
consecución de lo que con tanto interés se persigue.