miércoles, 11 de diciembre de 2013

PRONTO, ELECCIONES

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Los partidos políticos en general y sus representantes en nuestra ciudad en particular vienen dando inequívocas muestras de que las elecciones se les vienen encima. Primero serán las europeas; luego las municipales y las generales. Y como para todo conviene estar preparado, este es el espíritu y las consignas que corren entre militantes y simpatizantes para que cuando unas y otras reclamen su voto, sepan con certeza qué papeleta escoger y dónde depositarla. Y es que, lo creamos o no, en realidad de lo que se trata es de colocar en los mejores puestos de la línea de salida a quienes tengan más posibilidades de pillar sillón, aunque no siempre se eligen a los mejores y sí a los que más estorban a la hora de tomar las decisiones en la sede de los partidos, o sea, que se les nota que lo que quieren en realidad es quitárselos de en medio. Esto en el caso de las europeas, porque en las municipales e incluso en las generales, lo que fundamentalmente se valora es el trabajo que se haya desarrollado por parte del militante en cuestión y no menos la manera que tiene de venderlo, que conocemos más que de sobra a quienes están donde están gracias a su facilidad de palabra. Hoy, saber estar, expresarse correctamente y sin discurso escrito, saber dónde colocar la tilde para enfatizar la frase en el momento conveniente y poco más, es más que suficiente para conseguir un puesto en la próxima lista, quizá porque tampoco disponen de fondo de armario de donde sacar.

La línea peligrosa marcada por todos ellos reside en la abstención, un viejo problema que sale a colación en todas las convocatorias y que en las próximas parece que será realmente preocupante, y no para ellos, ya que ganarán o perderán con los votos que consigan reunir, pero sí de cara a la ciudadanía, que está convencida es la mejor forma de expresar su rechazo. Y es que de por medio, luego de poco más de tres años realmente sangrantes para nuestros de por sí escuálidos bolsillos, lo de enfrentarse con el voto no parece sencillo. Las preguntas que rondarán los colegios electorales tendrán mucho que ver con el mañana inmediato de las gentes, que vienen demandando con fuerza ayuda para necesidades justificadas a las que nadie responde: Por ejemplo, ¿dónde se ha quedado la ayuda a la dependencia? ¿Dónde las políticas sociales? ¿Dónde el futuro del ciudadano, dónde el porvenir de los jóvenes, dónde las mejoras de las ciudades, dónde, en fin, se va el dinero público? ¿Tendrá previstos nuestros políticos reales decretos y leyes en cantidad suficiente como para dar de comer a tanto hambriento? ¿Volverán mejores tiempos y las libertades perdidas?

Por ahora lo que podemos apreciar es que se ha consolidado un estatus social nacido de la penuria del resto y que hace y deshace como le viene en gana. Es decir, que roba, abusa, trepa, prevarica y demás vicios propios de nuestra particular democracia, sin que exista tribunal de justicia que le encuentre defecto por el que meterlo en la cárcel unos años. Sólo hay que asomarse a la actualidad para comprobar que los que aseguraban ante los atónitos e incrédulos ciudadanos la existencia de varias justicias, de sentencias diferentes dependiendo de los encausados, no andaban del todo locos, como se anunciaba desde los foros más interesados en la implantación de sistemas tan personalizados. Cuentan los viejos del lugar que un político en campaña recorría los pueblos en busca de votos y que, cuando la autoridad local le pedía dinero para la mejora de la ciudad, éste se lo entregaba sólo para renovar la cárcel y ni un céntimo para las escuelas. Cuando su secretario, harto de repartir dinero a manos llenas entre los responsables de las cárceles, le inquirió la razón, éste respondió con decisión y no menos convencimiento, que lo que sabía con certeza es que a la escuela no volvería nunca, pero que a la cárcel…