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Nos
vamos de puente. Les recordamos, porque para eso entramos en un largo
fin de semana, la importancia de saber estar, de entender a la
primera que el papel que representamos como conductores no es
precisamente para presumir. Los datos de la accidentalidad y cómo se
produjeron éstos lo confirman sin paliativos: excesos de velocidad,
de consumo de drogas y alcohol, de despistes, de velocidad
inadecuada, de vehículos no aptos para circular, etc., etc. Todos
estos datos introducidos en un programa de ordenador con capacidad
para sacar conclusiones nos diría que lo extraño es que no ocurran
más accidentes y con más víctimas de las que se controlan al año,
porque no tiene ningún sentido. Es evidente que la Providencia suele
estar atenta y es la que nos ayuda a salir del atolladero cuando nos
excedemos, que suele ser varias veces durante el trayecto.
No
obstante, nadie puede denunciar que le falten datos, que no se les
informe sobre algunas de las deficiencias más detectadas o incluso
de la calidad de las vías por las que circulan. Las nuevas
tecnologías puestas a nuestra disposición, incluidas las que montan
nuestros automóviles, bien utilizadas o simplemente utilizadas, nos
echan una mano antes de caer en un error de consecuencias
imprevisibles. Otra cosa es que, como casi siempre circulamos por
encima de nuestras verdaderas posibilidades y con una buena dosis de
chulería en algunos casos, la realidad acaba demostrando que
conducir tiene su código independiente y que no siempre tiene que
ver con el otro Código, el de la circulación, puesto que no siempre
se pueden seguir al pie de la letra sus consejos o conclusiones
cuando antes no hicimos las cosas bien.
Lo
queramos o no, la circulación es algo muy complejo y es evidente que
al mismo tiempo muy peligroso. De esto dan fe las estadísticas de
los fines de semana y las de final de año, que es cuando solemos
echar mano de la memoria y reconocer que tampoco esta vez nos ha
ocurrido nada sencillamente de puro milagro, porque aberraciones
varias hemos cometido. Por otra parte, existe la compartida creencia
de que los accidentes sólo les pasan a los otros, que nosotros
estamos muy por encima de ellos y que lo nuestro no es precisamente
lo de preocuparnos cuando conducimos. Evidentemente se trata de un
grave error de fondo y de forma, porque no siempre el accidente
necesita de la presencia de otros vehículos o de una meteorología
adversa. Es mucho más sencillo: un simple reventón de un neumático,
que puede pasar y que está incluido como muy probable en la
estadística de Tráfico; un charco en la calzada que influiría en
la horizontalidad y la verticalidad de nuestro vehículo, que también
lo encontramos entre los muy probables; una simple pérdida de la
carretera porque desviamos la mirada al navegador, al aparato de
radio o el CD, que la encontramos entre los despistes… Como vemos,
detalles que aparentemente no tienen mayor trascendencia, pero que
suman y suman accidentes y víctimas todos los años.
Por
todo esto, no pierdan de vista la carretera por nada del mundo. Y más
si tienen por costumbre circular a más velocidad de la permitida,
porque entonces aumentan exageradamente las posibilidades. Que tengan
ustedes un feliz puente y que se diviertan. Hasta la vuelta.