miércoles, 4 de diciembre de 2013

ESPAÑA PARTIDA EN DOS: RICOS Y POBRES

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Que nuestro país está roto o partido por la mitad a causa de la crisis no creemos que a nadie le extrañe. Sencillamente es una verdad tangible y como un templo de grande, por si le faltaba algún adjetivo. En esta caída han participado infinidad de elementos, pero ha sido la destrucción de empleo, el que sean miles y miles los que buscan un trabajo con el que poder vivir con algo de dignidad y acudir al pago de sus compromisos a tiempo, lo que ha acabado por fracturarla en dos grandes categorías: la de los ricos y la de los pobres. Así las cosas, destaca el aumento sin precedentes de la desigualdad en la distribución de los bienes o de la renta, ya que desde el año 2006 los ingresos de la ciudadanía con las rentas más bajas ha descendido hasta un cinco por ciento por año, por lo que en la actualidad estamos hablando de una reducción de ingresos de entre un treinta y cinco y un cuarenta por ciento. En cuanto a la evolución de la población considerada rica o más rica, ha sido de casi un treinta por ciento. Y no parece que esta injusta situación tenga visos de cambiar de tendencia; si acaso, al contrario.

Lo evidente es que existe un riesgo notable de que las diferencias entre los hogares españoles seguirán su camino hacia diferencias económicas que acabarán marcando la estructura social. La actual recesión económica que parece sólo padecen la mitad de los españoles, como hemos podido ver en los datos de la estadística que les hemos dado, ha conseguido reducir aún más el umbral de la pobreza, que en 2009 estaba en los 8.000 euros al año y en 2012 en 7.300. El hecho es que estos datos indican un empobrecimiento medio de la sociedad y que aumenta la pobreza severa y también los hogares que no tienen capacidad para afrontar gastos extraordinarios. Un dato más: en España, el veintiséis por ciento de la población se encuentra en situación de pobreza y exclusión social, aseveración que confirma la tendencia denunciada de que, de mantenerse las actuales políticas de solidaridad, no se podrán mantener muchas de las estructuras del Estado.

Como hemos dicho, la cuestión que más afecta a la ciudadanía, porque es la que con mayor fuerza incide sobre la renta de las familias, es el empleo. Sin ir más lejos, el año pasado se registraron los peores datos de la etapa democrática, aunque los que acumula este año no crean ustedes que serán mejores ni mucho menos. Las cifras son demoledoras: veintiséis por ciento de paro y una caída durante la crisis de más de tres millones y medio en el volumen de ocupación, cifras que colocan a nuestro país en la cola de Europa en cuanto a empleo. En un momento como el actual, debemos aceptar que nos encontramos en una transformación del empleo, si bien hace cinco años estábamos a la cabeza de la Comunidad en la generación de empleo. Trabajar hoy, por lo tanto, no es sólo un derecho, sino un privilegio.


Resumiendo, incluso los mecanismos que podrían asegurar a la sociedad ante el mal momento que vive, se han debilitado enormemente y todo por las políticas de austeridad, generadoras de mayor vulnerabilidad en la totalidad de la sociedad. En este orden de cosas, advertimos que los recortes en los servicios públicos básicos pueden llegar a suponer una ruptura definitiva de la que los peor parados serán, una vez más, los pobres. Lo que sabemos es que si es cierto que la pobreza y la exclusión acaban dañando al corazón, la desigualdad es un escándalo ético y político.