De
nuestro país, desde hace años, vienen huyendo empresas en busca de
mayores beneficios, especialmente desde que el empresariado comprueba
que los gastos de producción aumentan demasiado para sus intereses,
lo que les reduce sensiblemente sus beneficios, y que existe mano de
obra en otros países de la que obtener más rendimiento para su
dinero. Y le trae sin cuidado lo que digan unos y otros, lo que los
Gobiernos le exijan y lo que los sindicatos le anuncien amenazantes.
Se van y punto. Ahora, con la crisis económica galopante que
sufrimos desde hace años, la cosa se ha puesto realmente mal y
especialmente en este terreno. Así, Puleva cierra su factoría en
Alcalá de Guadaira en Sevilla o Cola-Cola anuncia el cierre de
cuatro o cinco embotelladoras; sus fines son los mismos, es decir,
abaratar costos para mantener su cuota de mercado y más beneficios.
La primera que dio la voz de alarma fue Gillette, que se marchó de
Sevilla hace años habiendo ganado ese año cientos de millones. Pero
en Asia la cosa le iría mejor, y como ocurre, que es a lo que vamos
con la reflexión de hoy, es que tenemos muy mala memoria y como no
solemos actuar con coherencia en casi nada, seguimos consumiendo sus
productos sin tener en cuenta el daño que en su día hicieron a esos
trabajadores. Y lo mismo ocurre con la totalidad de las empresas de
las que conocemos los ERES o el cierre de las factorías por cambio
de sede, como sería el caso de Roca en Andalucía, que se marcha a
Marruecos.
Lógicamente,
si nos concienciáramos del importantísimo papel que tenemos como
consumidores de los productos de las marcas que huyen de España y
nos dejan sin empleo y sin futuro, otro sería también el suyo,
porque si de forma mayoritaria dejáramos de adquirirlo por muy
buenos que sean, sus intereses se verían truncados de un día para
otro. Si nadie tomara la leche que daña a unos cien empleados
sevillanos, o si no consumiéramos la cola que hace lo propio con
casi dos mil, o no nos afeitáramos con determinadas marcas de
cuchillas de afeitar o etc., etc., ¿ustedes creen que estos
empresarios no se pensarían su decisión? Perder de un plumazo el
potencial de clientela que representa nuestro país para ellos es
casi lo mismo que echar el cierre para siempre. Por eso es muy
importante ser agradecidos con quienes nos ayudan y todo lo contrario
con quienes nos hacen daño, y con esto queremos decir que vale todo,
desde los nacionalismos radicales hasta los empresarios que nos dejan
sin trabajo.
Y no
hay necesidad de crear foros ni reuniones a gran escala; sólo es
necesario asumir uno mismo la situación en la que nos encontramos y
contestar de la única forma que nos es posible a quienes persiguen
exclusivamente aumentar sus fortunas. Por otra parte, ¿cómo los
gobiernos no hacen nada ante tamaña barbaridad? ¿Cómo pueden
permitir que se vayan del país empresas que obtienen suficientes
beneficios sin casi dar explicaciones y que, además, en su día
obtuvieron de las Administraciones importantísimas ayudas
económicas? Es lo que venimos a decir: ¿para qué queremos tantos
políticos dicen que gestionando nuestro presente y futuro, y luego
miran para otro lado cuando tienen que enfrentarse a asuntos que les
superan? Y atención que ante tanta inoperancia política y tanta
huida empresarial, o nos ponemos en situación cuanto antes y tomamos
medidas personales, o lo que ahora padecemos será cosa llevadera
ante lo que se nos puede venir encima.
Repetimos
que no es necesario grandilocuentes discursos ni partidos o centrales
sindicales que quieran venir en nuestro rescate, porque en todo caso
ya debían haber tomado medidas que evitaran lo que está ocurriendo
ahora mismo. Lo fundamental es que tomemos conciencia de que somos
muy importantes para ellos, que observemos lo que compramos y que lo
de mirar el lugar de fabricación se convierta casi en un rito. Y
aquellos productos que provengan de lugares en los que nos
menosprecian como región, que somos duramente criticados y
vilipendiados, además de resultar ser los causantes de sus
desgracias, porque aseguran que sin su ayuda no seríamos nada, pues
muy bien, que se los coman ellos.