jueves, 30 de enero de 2014

HUIDA DE EMPRESAS

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De nuestro país, desde hace años, vienen huyendo empresas en busca de mayores beneficios, especialmente desde que el empresariado comprueba que los gastos de producción aumentan demasiado para sus intereses, lo que les reduce sensiblemente sus beneficios, y que existe mano de obra en otros países de la que obtener más rendimiento para su dinero. Y le trae sin cuidado lo que digan unos y otros, lo que los Gobiernos le exijan y lo que los sindicatos le anuncien amenazantes. Se van y punto. Ahora, con la crisis económica galopante que sufrimos desde hace años, la cosa se ha puesto realmente mal y especialmente en este terreno. Así, Puleva cierra su factoría en Alcalá de Guadaira en Sevilla o Cola-Cola anuncia el cierre de cuatro o cinco embotelladoras; sus fines son los mismos, es decir, abaratar costos para mantener su cuota de mercado y más beneficios. La primera que dio la voz de alarma fue Gillette, que se marchó de Sevilla hace años habiendo ganado ese año cientos de millones. Pero en Asia la cosa le iría mejor, y como ocurre, que es a lo que vamos con la reflexión de hoy, es que tenemos muy mala memoria y como no solemos actuar con coherencia en casi nada, seguimos consumiendo sus productos sin tener en cuenta el daño que en su día hicieron a esos trabajadores. Y lo mismo ocurre con la totalidad de las empresas de las que conocemos los ERES o el cierre de las factorías por cambio de sede, como sería el caso de Roca en Andalucía, que se marcha a Marruecos.

Lógicamente, si nos concienciáramos del importantísimo papel que tenemos como consumidores de los productos de las marcas que huyen de España y nos dejan sin empleo y sin futuro, otro sería también el suyo, porque si de forma mayoritaria dejáramos de adquirirlo por muy buenos que sean, sus intereses se verían truncados de un día para otro. Si nadie tomara la leche que daña a unos cien empleados sevillanos, o si no consumiéramos la cola que hace lo propio con casi dos mil, o no nos afeitáramos con determinadas marcas de cuchillas de afeitar o etc., etc., ¿ustedes creen que estos empresarios no se pensarían su decisión? Perder de un plumazo el potencial de clientela que representa nuestro país para ellos es casi lo mismo que echar el cierre para siempre. Por eso es muy importante ser agradecidos con quienes nos ayudan y todo lo contrario con quienes nos hacen daño, y con esto queremos decir que vale todo, desde los nacionalismos radicales hasta los empresarios que nos dejan sin trabajo.

Y no hay necesidad de crear foros ni reuniones a gran escala; sólo es necesario asumir uno mismo la situación en la que nos encontramos y contestar de la única forma que nos es posible a quienes persiguen exclusivamente aumentar sus fortunas. Por otra parte, ¿cómo los gobiernos no hacen nada ante tamaña barbaridad? ¿Cómo pueden permitir que se vayan del país empresas que obtienen suficientes beneficios sin casi dar explicaciones y que, además, en su día obtuvieron de las Administraciones importantísimas ayudas económicas? Es lo que venimos a decir: ¿para qué queremos tantos políticos dicen que gestionando nuestro presente y futuro, y luego miran para otro lado cuando tienen que enfrentarse a asuntos que les superan? Y atención que ante tanta inoperancia política y tanta huida empresarial, o nos ponemos en situación cuanto antes y tomamos medidas personales, o lo que ahora padecemos será cosa llevadera ante lo que se nos puede venir encima.


Repetimos que no es necesario grandilocuentes discursos ni partidos o centrales sindicales que quieran venir en nuestro rescate, porque en todo caso ya debían haber tomado medidas que evitaran lo que está ocurriendo ahora mismo. Lo fundamental es que tomemos conciencia de que somos muy importantes para ellos, que observemos lo que compramos y que lo de mirar el lugar de fabricación se convierta casi en un rito. Y aquellos productos que provengan de lugares en los que nos menosprecian como región, que somos duramente criticados y vilipendiados, además de resultar ser los causantes de sus desgracias, porque aseguran que sin su ayuda no seríamos nada, pues muy bien, que se los coman ellos.