miércoles, 29 de enero de 2014

LA NECESIDAD DE PROPICIAR POLÍTICAS SOCIALES

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Las políticas sociales debían ser obligatorias y el Gobierno de turno que no las mantuviera, ampliara y dotara de presupuesto, debía ser eliminado y condenado a inhabilitación de por vida. No aceptamos términos medios en asunto tan trascendente para la supervivencia de las personas que, por si faltara algo, no han sido culpables de que la economía del país no esté en su mejor momento. Aunque salvando las distancias, Suiza mantiene una política activa con sus ciudadanos y también con quienes, censados en el Estado aunque procedentes de otros países, residen en su territorio. Nada menos que dos mil euros mensuales reciben en caso de que no encuentren trabajo con el que permitirse vivir con algo de suficiencia económica para poder mantener a toda su familia sin estrecheces. En España, un grupo de ciudadanos que crece conforme se da a conocer entre la ciudadanía, ha conseguido doscientas cincuenta mil firmas y las ha presentado en el Congreso de los Diputados con el objetivo de sacar adelante su propuesta, que no es otra que un gesto de solidaridad nacional con las personas que no tienen ingresos de ningún tipo. De salir adelante, éstas recibirían seiscientos cincuenta euros mensuales para sobrevivir y poder atender a los pagos obligatorios que debe hacer mensualmente, como sería el caso del agua y la electricidad. Por el momento se trata de una propuesta que el Gobierno observa desde lejos y anuncia su inviabilidad sencillamente, dice, porque los ingresos que recibe el Estado serían superados con creces por este sueldo social.

Independientemente de lo que supondría para las arcas públicas este subsidio y no menos lo que devengaría de gasto que muy pocos entenderían, el hecho es que los Gobiernos debían trabajar casi en exclusiva para mejorar la vida de sus ciudadanos en todos los órdenes. Nadie entiende que dediquen su interés y trabajo en todo lo contrario, es decir, a frenar cualquier impulso que les llegue desde la solidaridad y el reparto equitativo de las rentas públicas. Quizá se deba a que ni les pasa por la cabeza descender hasta el suelo en busca de las justificaciones y necesidades que el pueblo viene demandando desde hace años sin que haya obtenido respuesta por ahora; y mucho nos tememos que nunca. Sin embargo, es ahí, entre la gente, donde las necesidades no requieren ser detalladas porque son visibles y se justifican por sí mismas. Familias que se surten de alimentos mayoritariamente recogidos de los contenedores de los grandes supermercados, hogares que no tienen ni agua ni luz, subsidiados a los que no les llega el dinero para las medicinas que les alivian de sus crónicas enfermedades, familias desestructuradas porque la falta de dinero les obliga a vivir en la marginalidad, menores que no consiguen las tres comidas diarias y que no acceden a alimentos con la capacidad proteica que necesitan para crecer sanos… Como han escuchado, el panorama no es nada halagüeño ni siquiera para los que no tienen este tipo de necesidades, ya que a poco que tu corazón perciba lo que ocurre a tu alrededor, la realidad es que no dormirás sin pesadillas.

Los de la política, ellas y ellos, por lo que muestran en público, la verdad es que no tienen aspecto de no dormir bien. Claro que no es lo mismo estar preocupados por cómo y dónde colocar el sueldo del mes, si a plazo fijo o en letras del Estado, que para el ciudadano de a pie buscar y rebuscar y no encontrar la fórmula que le permita pagar el plazo de la hipoteca al mismo tiempo que dar de comer a su prole. Por el momento, la ayuda de los abuelos y de la familia está siendo fundamental para que estas personas puedan ir cumpliendo con sus obligaciones de pago y de obtener alimentos. La pregunta es hasta cuándo podrán seguir así estos ciudadanos. Y la denuncia, dirigida a nuestros representantes, es que si nos les da vergüenza que esto esté ocurriendo en España.