Aunque
la rebelión de los vecinos del barrio de Gamonal, de Burgos, de
hecho nos quede lejos, no es del todo así. La solidaridad ciudadana
está cambiando de forma significativa y en la respuesta que este
asunto está teniendo en el resto del país comprobamos que existe un
importante cambio con respecto al habitual egoísmo que mostramos
cuando lo que les ocurra a los demás no es cosa nuestra, que es la
forma en la que habitualmente respondemos cuando nos llegan temas de
este tipo. Se han convocado manifestaciones de rechazo a lo que
entienden estos colectivos que se trata de un abuso de autoridad por
parte del alcalde, y han recorrido ciudades de la importancia de
Madrid, Sevilla, Barcelona, Valencia o Bilbao. Lo que es una realidad
es que la crisis económica también ha intervenido en esta guerra
entre ciudadanos y ayuntamiento abriendo una característica tan
española como es la paciencia. Lo que está ocurriendo en Burgos es
por tanto como si la olla que lleva hirviendo y echando humo unos
cuantos años hubiera saltado por los aires y nos manchara de todos
los casos de corrupción conocidos y por conocer. Es decir, que luego
de ver cómo la clase política hace y deshace sin contar para nada
con sus conciudadanos, a los que les deben el cargo, por cierto,
estos vecinos no han podido aguantar más y han salido a la calle
ante lo que entienden que es otro abuso de poder del alcalde, porque
por lo que sabemos no es el primero que encabeza.
Por
el momento los trabajos urgentes buscan a los responsables del motín
burgalés. Policía y clase política trabajan intensamente en lo que
han calificado, sin datos ni pruebas en las que basarse, que se trata
de grupos radicales de izquierdas, con lo que parece que se
tranquilizan y entienden la situación, porque de ninguna de las
maneras aceptan que la lucha callejera que mantienen manifestantes y
policías sea cosa ni de lejos de personas educadas y cívicas como
son las de Burgos. Evidentemente, se trata de un análisis
convencional y muy de moda, además de interesado, porque a la vista
está que cuando alguien decide por su cuenta lanzarse a la calle a
manifestar su disconformidad con las políticas del Gobierno es
inmediatamente tachado de radical de izquierdas. El proyecto en
cuestión que ha sacado a la calle a los vecinos de este populoso
barrio burgalés tiene un costo de más de ocho millones de euros, y
los vecinos entienden, y tienen todo el derecho del mundo a rebelarse
contra lo que creen que no es justo ni necesario, que deberían
destinarse a paliar otras necesidades y carencias de la ciudad. Para
los que crean que esta situación responde a un enconamiento vecinal
porque sí, decirles que éstos, los residentes en este barrio, han
intentado de mil maneras encontrarse con el primer edil de la capital
y no ha sido posible. Es más, acusan al regidor municipal de engaño
premeditado porque se ha reunido en busca del sí con personas que ni
siquiera residen en el lugar en el que se realizan las obras, porque
éstas ya han comenzado.
El
hecho, la noticia, es que buena parte de la ciudadanía de Burgos y
paralelamente la de otras ciudades españolas, se ha puesto en pie de
guerra quizá hartos de que se haga y deshaga lo que al alcalde de
turno le venga bien. En este caso, por si le faltaba alguna guinda al
pastel de este obra, el proyecto lo ha realizado una empresa en la
que uno de sus socios, además de ser propietario de un periódico
local, y por este sencillo detalle no llega a la ciudadanía la
verdad de lo que ocurre alrededor de este caso, y que ha costado más
de doscientos mil euros, está en el punto de mira de la Justicia
porque todo indica o parece que está ligado a la trama Gürtel. Por
eso cuando decíamos que la crisis económica ha facilitado el hecho
de que la ciudadanía haya gritado con todas sus fuerzas que está
harta de que entre unos cuantos se repartan su dinero, es evidente
que no exagerábamos. Al contrario, es ahora cuando más asuntos de
este corte encontramos entre las noticias ligadas a los
ayuntamientos. En el caso de Burgos, que cuenta con casi veinte mil
personas en paro y que su Ayuntamiento es uno de los más endeudados
del país, las necesidades de la ciudadanía camina por otros
derroteros y es evidente que muy alejados de los de su Consistorio.