viernes, 14 de febrero de 2014

A PUNTO DE LLEGAR LAS NUEVAS NORMAS DE TRÁFICO

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Llegamos un nuevo fin de semana y lo hacemos con los deberes por hacer. Nos referimos que muchos de nosotros mantenemos los mismos vicios al volante de nuestro vehículo y que precisamente por esa insistente manía, nuestro expediente administrativo no está para presumir. En realidad, los vicios no ocultos que padecen la mayoría de los usuarios de vehículos a motor, sin importar tamaño, suelen coincidir en lo básico, desde los habituales excesos a no respetar a los demás. Evidentemente, peligrosas actitudes cuando las tomamos con nuestro coche pasados los cien kilómetros por hora. De hecho, si observan y analizan las causas de la mayoría de los accidentes verán que la práctica totalidad se resume en la confianza excesiva con la que solemos circular. Y precisamente en esto se basa la autoridad de Tráfico, en que somos repetitivos hasta la saciedad y que sólo respondemos a la sanción económica. Es entonces, aunque ciertamente que no por mucho tiempo, cuando nos tomamos más en serio el uso de nuestro vehículo. Si es verdad que los números cantan, el año pasado cantaron a las mil maravillas, que para eso fallecieron en accidentes de tráfico algunos cientos de usuarios menos.

Por todo esto no deberíamos sorprendernos cuando la Dirección General anuncia que está dispuesta a reducir la accidentalidad y más si sabemos que para conseguirlo no parará ni cederá a la presión del mercado. Así, a los nuevos radares que controlan con más fiabilidad la velocidad a la que circulamos, a partir de marzo o primeros de abril, una vez aprobadas las nuevas medidas por el Congreso de los Diputados, se incorporarán algunas que no tienen otro objetivo que limitarnos un poco más los movimientos, o los excesos, que es en realidad de lo que se trata. A partir de entonces, lo de descuidarse o excederse deberá pasar obligatoriamente por caja. No se trata sólo de velocidad y sí de obligaciones, como es el caso de la ITV, que parece que esta vez se han tomado en serio o con más coherencia y se perseguirá a quienes no cumplan con esta obligación de someter al veredicto de los técnicos el estado de su vehículo. Y como hace años que estamos en tiempos en los que la electrónica nos ha facilitado la vida en situaciones concretas, lo de controlar al infractor es sumamente fácil y Tráfico no está dispuesto a dejar pasar a este tipo de infractores, por peligrosos e insolidarios.


Entendemos por tanto que cuanto antes nos pongamos en paz con nosotros mismos e interpretemos el tráfico como en realidad es, mejor para todos, especialmente para nuestro bolsillo, cada vez más castigado y cada vez con menos recursos. La Dirección General de Tráfico quiere controlar más y mejor al infractor convencido de que es el causante de la mayoría de los accidentes, y para él o para ella ha preparado una serie de normas que, una vea en vigor y unidas a las del año pasado, que también fueron muy restrictivas, influirán decisivamente en la mejora de la circulación. Y si a final de año las cifras de la accidentalidad, que deberían de presentar un significativo descenso de los fallecidos y heridos graves, no responden a sus expectativas, no duden de que volverán a apretar el grifo de las concesiones e introducirán las que crean pertinentes para conseguirlo. Ese es el encargo del Gobierno y ese es su objetivo. Y si para justificarse ante sus superiores es imprescindible tomar decisiones impopulares por restrictivas y costosas para el usuario, lo harán sin vacilar. O sea, que seguiremos siendo no sólo su problema, sino su fuente de ingresos atípicos, detalle que por sí mismo se ha convertido en fundamental cuando de reinvertir se trata y no precisamente en donde tanto lo necesita el conductor, es decir, en las carreteras y en todo lo relacionado con la educación y la seguridad vial.