miércoles, 12 de febrero de 2014

EL RÍO VUELVE A QUITARNOS EL SUEÑO

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No se trata de asustar a nadie ni de evocar terribles episodios vividos no hace tanto en nuestra ciudad, pero sí de poner el ojo en donde nos interesa y para eso sólo es imprescindible asomarse al puente o a sus laterales para comprobar que el Guadalquivir presenta un aspecto que no hace predecir nada bueno. De hecho, si sigue el temporal y los pantanos de cabecera se ven obligados a seguir desembalsando agua, nos tememos lo peor. Y lo peor no es otra cosa que se vuelvan a anegar las tierras laterales al cauce del río, como es el caso de La Isla, La Ropera o El sotillo, además de Marmolejo y todo lo que tiene por delante. Esto es así y no sirven posiciones políticas que intenten suavizar lo que es evidente: el peligro del río ha vuelto a mostrarnos su peor cara y anuncia peligro inminente. Y tampoco ahora las correcciones que se vienen anunciando desde hace años y que siguen siendo utópicas por arte y desastre de la clase política responsable del río y sus avenidas, nos sirven de nada.

Será ahora cuando, una vez más, parte de la ciudadanía se preguntará el desarrollo de la maqueta que, anunciada por el señor Lillo, a la sazón subdelegado del Gobierno en nuestra provincia, se suponía que sería la panacea de todos nuestros males, ya que, según sus propias palabras, la conoceríamos al mismo tiempo que las conclusiones y las soluciones que evitarían las consecuencias que hasta ahora mismo devienen de tanta dejación administrativa. Eso es: ¿dónde o cómo está la maqueta que se encargó hace ahora dos años? Es verdad que el subdelegado nos dijo hace seis meses que se habían presentado problemas en la ejecución, pero nada importantes y que la conoceríamos muy pronto. Aquí el problema reside, por tanto, en lo que cada uno entiende como poco tiempo, que para eso somos dueños de nuestras valoraciones y nadie nos va a obligar a matizar si dentro de poco es un mes o seis. Dicho esto, mucho nos tememos que lo de la dichosa maqueta fue un disparate verbal expuesto a consideración que sólo tenía la finalidad de ralentizar el tema y poco más. Y es que invertir miles de euros en razonar lo que a todas luces es lo que es, nos parece un despilfarro inútil. Ahora, como coartada y paredón en donde se frenan las críticas, desde luego que no conocemos nada mejor.


Lo extraño e injusto de todo esto es que en poder de todas las Administraciones, autonómicas y centrales, ha estado el asunto del río Guadalquivir y de todas ha salido escaldado y por pies. Ninguna de ellas, ni cuando eran responsabilidad del PSOE ni cuando hacía y deshacía el Partido Popular, ha querido acabar con nuestro problema. Cierto que en tiempos de Aznar, cuando Luis de Torres representaba a los populares en la provincia, vino dinero para eliminar los males que hacían que el río se saliera del cauce, pero sólo sirvió para confirmar que el asunto era mucho más grave de lo que los técnicos nos dijeron. En tiempos de PSOE se hizo una inversión que por el momento mantiene el nivel encajado en los laterales de la mota que se le construyó para que no nos diera más disgustos. Ahora, de nuevo los populares controlan las aguas y son ellos y sus políticas las que deberían eliminar cuanto antes un problema que lleva años dañando el término y llevándose por delante las propiedades de los afectados sin que, como deberían, reciban lo que les corresponde de los sucesivos desastres.