martes, 11 de febrero de 2014

LAS ELECCIONES EUROPEAS, MUNICIPALES, AUTONÓMICAS Y GENERALES, MÁS CERCA

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Con las europeas a unos meses vistas y las municipales, autonómicas y generales a menos de dos años, los partidos políticos han encendido definitivamente la mecha que les llevarán, o al menos ese es su deseo, a ganar por goleada al resto de sus oponentes. Para que todo salga bien y a pedir de boca para los más votados, las máquinas electorales se han puesto en marcha luego de ser engrasadas con interés y cuidado para que no derrapen ni se vengan abajo al final de la campaña. Eso quiere decir que el dinero ha comenzado a fluir, que a partir de ahora se inciarán los actos en forma de tumultuosos mítines y congresos con poco invitados con un único objetivo, y éste no es otro que el de salir al menos airosos, que para como están los tiempos de convulsos tampoco será un mal resultado, y acabar bien situados. Consejeros, asesores, personal de confianza del candidato, directores de comunicación y de campaña hace semanas que vienen demostrando que, con tiempo, una caña y paciencia, se puede seguir soñando.

Enfrente está el electorado y es al que se debe convencer. Para ello se irán distribuyendo tupidos velos capaces de escamotear las fechorías de los propios candidatos o de los compañeros de su partido, especialmente los asuntos de corrupción, que emergen como setas en otoño y lluvias en abril. Así, no tardarán en intentar convencernos de que lo que no esté juzgado merece el beneficio de la inocencia; eso sí, sólo los casos que les salpiquen a ellos, porque los de los otros, por supuesto, no merecen nada más que nuestro rechazo. Los partidos políticos, que disponen de dinero público casi a manos llenas, que además reciben de organizaciones y empresas que legítimamente así lo quieren, porque la Ley lo permite, es ahora cuando más invierten en sí mismos, es decir, en volver a ganar todos los votos que se les pongan por delante para mantener su privilegiada posición y recuperar el dinero dispuesto para la campaña. Aunque existen honradas excepciones y por ello no debemos generalizar, sobre la clase política descansa desde hace unos años el odio y el rencor de quienes se ven arruinados sin conocer las causas con certeza y con ínfimas posibilidades de recuperarse. Eso quiere decir que, además de no estar equivocados, ellas y ellos son su objetivo y se volcarán en su desprestigio personal y político con todas sus fuerzas. Y no tendrán que hacer mucho esfuerzo, desde luego, porque a la vista está que han sido ellos solitos los que se han cubierto de porquería hasta las cejas.

Lo que aún no hemos percibido son las intenciones elegidas para llegar al electorado con algo de esperanza, porque parece que intencionadamente se olvida que la ciudadanía está realmente cabreada y la confianza que hasta ahora había depositado en parte de la clase política y en sus líderes sencillamente se ha marchado con viento fresco. Será muy difícil convencerles de que esta vez sí que cumplirán sus respectivos programas, que ahora sí que les sacarán de la ruina en la que ellos mismos les han metido, que es el momento de cambiar las cosas y que ellos y ellas son imprescindibles para dar un giro de ciento ochenta grados a las políticas antisociales de los últimos años. Por otro lado, deberán buscarse frases cortas y convincentes para que el votante se olvide de lo que alevosamente le están haciendo, con una hipoteca que se lo lleva todo, con un empleo precario y con el resto de la familia sin trabajo. La estrategia de la ilusión que hasta ahora les ha funcionado, estamos convencidos de que esta vez tendrán que sacar más conejos de la chistera si quieren que les escuchen.


Lo que desde siempre se ha conocido como el fantasma de la abstención, atención, ha dado un gran paso adelante y se ha convertido en el protagonista obligado de las próximas citas electorales. En las oficinas electorales se sabe de su existencia y se temen lo peor, porque los estudios que se vienen haciendo sobre este asunto no anuncian precisamente tendencia que no sea la marcada hasta ahora, es decir, que el aumento de la abstención, o el de votar en blanco, se ha consolidado entre la ciudadanía, y espera ansiosa que llegue el día “D” para demostrárselo a todo aquel que aún lo duda.