Definitivamente,
la política local se ha despojado de su vestimenta de diario y se ha
enfundado la de las elecciones. El que antes de las municipales se
las tengan que ver con las europeas ha sido determinante para que se
ponga en marcha la máquina electoral y estemos asistiendo a no pocos
enfrentamientos por causas no siempre justificadas. Si en política
todo vale, en ocasiones electorales se multiplican los errores al
mismo tiempo que se exige cordura y sensibilidad al que ostenta el
poder y no parece responder como la oposición en general espera
Obviamente, la estrategia elegida forma parte del paquete electoral
que les llega a las representaciones locales, que son finalmente las
que las activan de acuerdo con los parámetros que les marcan. Son
todas iguales, aunque no los problemas o exigencias de la ciudadanía,
que se adecúan estrictamente a la concreta necesidad de la
ciudadanía y que, objetivamente, tienen asegurado más rendimiento
electoral. Así, mientras la oposición intenta demostrar al
electorado que las políticas desarrolladas por el partido en el
gobierno de su ayuntamiento, que es el que más nos interesa por
proximidad, no han dado resultado, aseguran con rotundidad que las
suyas renovarían la vida política y generarían oportunidades de
mejorar el futuro de la comunidad en muy poco tiempo.
En
ese ir y venir, en el habitual “y tú más” al que tanto nos han
acostumbrado, suelen diluirse buena parte de los esfuerzos de las
mujeres y los hombres de los partidos políticos que persiguen la
obtención de poder, aunque algunos se conformen con tener
representatividad en los plenos y, una vez allí, intentar conseguir
protagonismo con sus preguntas y propuestas en el desarrollo de los
plenos. Ahora más que nunca escucharemos las realizaciones de unos
frente a las críticas de otros, las denuncias de lo que se pudo y
debió hacer y no se tuvo en cuenta, la realización que debió estar
terminada y que aún se mantiene en desarrollo, etc. Es decir,
acciones que tienen escaso rendimiento frente a la realidad de la
ciudad, pero que siguen siendo fundamentales en las enfrentadas
relaciones entre el que manda y el que oposita, y que son así desde
que conocemos la democracia. Y si con esto entienden ustedes que no
han cambiado los argumentos, que no han sido capaces de proponer
estrategias desde las que denunciar las tareas de sus contrincantes
políticos, lo mismo que éstos tampoco lo han sido de evitar la
demagogia para mostrar al ciudadano lo realizado, desde luego que es
así. De hecho, no sólo participa activamente la crisis económica
en el enfrentamiento evidente que mantiene la ciudadanía con la
clase política, sino que la falta de motivación que los partidos
ofrecen a quienes los escuchan está siendo determinante para la
anunciada abstención histórica que se viene avisando desde hace
meses y de las que sabremos más en las europeas que están
convocadas para dentro de poco. Para unos y otros, la abstención
muestra el divorcio existente entre las partes y avisa de cuáles son
las verdaderas intenciones del votante, que cada vez entiende más y
mejor lo importante que es para los partidos políticos,
especialmente en tiempo electoral.
Consecuentemente,
la necesidad de acudir al mercado del voto con ganas de emocionar al
electorado y convencerlo de que aún es posible encontrar soluciones
a sus problemas, algunos endémicos, por supuesto que tendrá más
posibilidades de integrarse en la comunidad y de conseguir un apoyo
mayoritario. Por el contrario, acudir con el mismo mensaje, con el
manido argumento de que los malos son los otros, por conocido e
inaceptable en el márquetin comercial, recibirá un escuálido
premio.