lunes, 24 de febrero de 2014

LA FUNCIONALIDAD DE LA POLÍTICA LOCAL

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Definitivamente, la política local se ha despojado de su vestimenta de diario y se ha enfundado la de las elecciones. El que antes de las municipales se las tengan que ver con las europeas ha sido determinante para que se ponga en marcha la máquina electoral y estemos asistiendo a no pocos enfrentamientos por causas no siempre justificadas. Si en política todo vale, en ocasiones electorales se multiplican los errores al mismo tiempo que se exige cordura y sensibilidad al que ostenta el poder y no parece responder como la oposición en general espera Obviamente, la estrategia elegida forma parte del paquete electoral que les llega a las representaciones locales, que son finalmente las que las activan de acuerdo con los parámetros que les marcan. Son todas iguales, aunque no los problemas o exigencias de la ciudadanía, que se adecúan estrictamente a la concreta necesidad de la ciudadanía y que, objetivamente, tienen asegurado más rendimiento electoral. Así, mientras la oposición intenta demostrar al electorado que las políticas desarrolladas por el partido en el gobierno de su ayuntamiento, que es el que más nos interesa por proximidad, no han dado resultado, aseguran con rotundidad que las suyas renovarían la vida política y generarían oportunidades de mejorar el futuro de la comunidad en muy poco tiempo.

En ese ir y venir, en el habitual “y tú más” al que tanto nos han acostumbrado, suelen diluirse buena parte de los esfuerzos de las mujeres y los hombres de los partidos políticos que persiguen la obtención de poder, aunque algunos se conformen con tener representatividad en los plenos y, una vez allí, intentar conseguir protagonismo con sus preguntas y propuestas en el desarrollo de los plenos. Ahora más que nunca escucharemos las realizaciones de unos frente a las críticas de otros, las denuncias de lo que se pudo y debió hacer y no se tuvo en cuenta, la realización que debió estar terminada y que aún se mantiene en desarrollo, etc. Es decir, acciones que tienen escaso rendimiento frente a la realidad de la ciudad, pero que siguen siendo fundamentales en las enfrentadas relaciones entre el que manda y el que oposita, y que son así desde que conocemos la democracia. Y si con esto entienden ustedes que no han cambiado los argumentos, que no han sido capaces de proponer estrategias desde las que denunciar las tareas de sus contrincantes políticos, lo mismo que éstos tampoco lo han sido de evitar la demagogia para mostrar al ciudadano lo realizado, desde luego que es así. De hecho, no sólo participa activamente la crisis económica en el enfrentamiento evidente que mantiene la ciudadanía con la clase política, sino que la falta de motivación que los partidos ofrecen a quienes los escuchan está siendo determinante para la anunciada abstención histórica que se viene avisando desde hace meses y de las que sabremos más en las europeas que están convocadas para dentro de poco. Para unos y otros, la abstención muestra el divorcio existente entre las partes y avisa de cuáles son las verdaderas intenciones del votante, que cada vez entiende más y mejor lo importante que es para los partidos políticos, especialmente en tiempo electoral.


Consecuentemente, la necesidad de acudir al mercado del voto con ganas de emocionar al electorado y convencerlo de que aún es posible encontrar soluciones a sus problemas, algunos endémicos, por supuesto que tendrá más posibilidades de integrarse en la comunidad y de conseguir un apoyo mayoritario. Por el contrario, acudir con el mismo mensaje, con el manido argumento de que los malos son los otros, por conocido e inaceptable en el márquetin comercial, recibirá un escuálido premio.