miércoles, 19 de febrero de 2014

POLÍTICAS SOCIALES Y DE EMPLEO

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Eso de ser los últimos en casi todo, especialmente en lo que tiene ligazón con el empleo y los servicios, es algo que en esta tierra llevamos con cierta holgura, como con gusto, o al menos es lo que parece. Nuestra comunidad, para seguir siendo diferente del resto del mundo, viene a ser un año más la autonomía que más parados ha registrado, detalle que aporta aún más luz a lo que decíamos ayer sobre qué trabajo desarrollan nuestros representantes en pro de una mejor calidad de vida de todos nosotros. Casi trescientos cincuenta mil desempleados a lo largo del año pasado confirman lo que les decimos, que si los comparamos con los controlados en comunidades como Cantabria, Castilla-La Mancha o Asturias, por ejemplo, nos mantenemos en todo lo alto de la lista de éxitos que se responsabiliza de conocer el número de personas que no encuentran empleo en su propia tierra. Naturalmente, se trata de miles de tragedias familiares y de otros tantos sueños rotos, porque no es posible desligar al desempleado de poder continuar con su vida y la de su familia, y que en ningún caso deberíamos de tratar como simples integrantes de una estadística y sí como conciudadanos que han sido tocados por una crisis que ellos y ellas, y esto debemos tenerlo siempre muy presente, no han movido un solo dedo para crearla.

Y menos mal que, como viene ocurriendo desde hace unos años, existen zonas de nuestro país a las que se puede acceder en busca de empleo sin más dificultad que el desarraigo familiar que supone la salida de uno de sus miembros en busca de una subsistencia digna que, además, le permita mantener la que queda esperándole. Es el caso de Baleares, que es la primera de la lista en cuanto al menor número de personas sin trabajo. De entre las que también ofrecen resultados muy positivos, queremos destacar Extremadura, que aportó el año pasado a las listas del INEM casi noventa y seis mil desempleados. Y es que nos ha llamado la atención el hecho de que una comunidad autónoma que ancestralmente ha crecido en negativo, dé a conocer estos números, sobre todo si los comparamos con los nuestros, que recuerden son de aproximadamente trescientos cincuenta mil. Seguro que tiene una explicación razonada que aclararía el por qué de esta inmensa diferencia, pero mientras tanto nos inclinamos a pensar que no siempre las políticas que se desarrollan son las adecuadas y que lo mejor es que los nuestros se hagan revisar qué hacen por cambiar el rumbo de Andalucía, que por cierto es el mismo de siempre, es decir, que mientras a unos no les falta de nada, a otros sencillamente nos les llegan ni las migajas.


Y eso que siempre nos están hablando de políticas sociales, de que todo es de todos y de que no tardaremos en salir del atolladero en el que nos han metido. Consecuentemente, si acabamos por convencernos de una vez y para siempre que se trata de palabras, de sólo palabras, quizá entendamos algo del tejemaneje que en nuestro nombre e incluso con el voto de miles de personas, hacen y deshacen lo que mejor les va a ellos. Por el momento, lo cotejado y contrastado es que el número de parados a lo largo del año pasado es por sí mismo insoportable y desde luego que injusto para el que lo padece; ahora de lo que se trata es de que esas políticas sociales a las que tanto hacen referencia en sus discursos lleguen pronto y acompañadas de otras políticas ligadas no tanto a la limosna como a la creación de puestos de trabajo, que son los únicos que pueden dignificar a estas personas y los que les darían ánimo y motivación suficientes para salir adelante. Todo lo demás, señores y señores, no sirve de nada. Pero de nada.