miércoles, 12 de marzo de 2014

ANDÚJAR, GENEROSA Y SOLIDARIA

Imprimir

Aunque se trata de una característica que forma parte inseparable de nosotros, tenemos la obligación de pregonar a los cuatro vientos la coherencia que nuestra ciudad muestra en situaciones tan extremas como la que vivimos, con una crisis que ha dejado tirados a miles de los nuestros, a las que ha hundido en la miseria y sobre las que ha caído un peso descomunal del que tardarán años en reponerse, si es que alguna vez lo consiguen. Pero Andújar siempre ha estado ahí y no siempre ha necesitado que alguien se lo recuerde, porque ha respondido generosamente a la necesidad de los demás en cuanto ha conocido el problema. Y es bueno que lo digamos, que lo pregonemos a los cuatro vientos, que nos desprendamos del injusto sello de insolidarios que nos han adjudicado y que para nada se ajusta a la realidad. Asociaciones de todo corte, partidos políticos, clubes deportivos de todas las disciplinas, familias no precisamente pudientes, personas anónimas por miles, empresas, comercios y gente corriente han sabido entender el momento y, al mismo tiempo, unir sus esfuerzos en minimizar las consecuencias que desgraciadamente se derivan de situación tan penosa.

Por esto entendemos que es bueno que en la calle se sepa que la generosidad de nuestras gentes no ha caído en saco roto, que queremos hacerla llegar hasta donde sea necesario para contarles a quienes nos escuchen que la ciudad que nos acoge ha sido capaz hasta el momento de paliar enormes deficiencias familiares que de otro modo hubieran dañado significativamente su futuro. Y lo hacemos así porque no conocemos otra mejor que permita compartir lo que entendemos como buena nueva, quizá por desconocimiento de nosotros mismos y de nuestra capacidad para saber estar al lado de los más necesitados. De acuerdo en que no habremos sido únicos, que otras ciudades habrán hecho lo propio, que seguro que en otros lugares habrán sido incluso más contundentes en sus actuaciones, pero en pocos casos se habrá dado como entre nosotros, es decir, manteniendo las ayudas en el tiempo y sin necesidad de que nadie se las recuerde.

Y lo hemos aprendido saliendo a la calle, acercándonos allí donde las necesidades se controlan y donde las ayudas llegan directas: a las puertas de los supermercados, en los campos de deportes, en las pruebas ciclistas, en las fiestas de final de curso… Hemos sabido aprovechar cualquier encuentro para, al mismo tiempo, apoyar las peticiones de ayuda que nos llegaban desde las organizaciones que se encargan de ello. Cientos habrán sido los carros de comida que hemos llenado entre todos y miles los agradecimientos que hemos conseguido. Estamos convencidos que nunca como en estos tiempos hemos sido capaces de mostrarnos como realmente somos, de saber estar junto a quienes sufren la desgracia y de no perder la ilusión por ayudar. Eso sí, siempre a cambio de nada, porque no existe albarán que justifique la entrega ni persona a la que dar las gracias. Todo lo que hemos hecho, y sepan que ha sido mucho y que nos vemos en la necesidad de seguir haciéndolo, ha sido sencillamente porque en todo momento hemos sido conscientes de que la necesidad era mucha.


El comentario de hoy, consecuentemente, se justifica por sí mismo, porque lo que queríamos era compartir esta opinión con quienes quizá necesiten que de vez en cuando alguien les recuerde que su papel en esta historia ha sido determinante para que culmine medianamente bien, sobre todo para los más pequeños. Gracias a todas y todos por vuestra inmensa generosidad. Con intención o sin ella, nos habéis dado una magnífica lección de lo que debe ser la