Por
el momento, y porque así lo exige la situación, lo que debía
hacerse cuanto antes es detallar todo lo posible el asunto
relacionado con nuestro cementerio y la denuncia del PSOE, que viene
a decir que se está haciendo un uso abusivo de éste por parte de la
empresa concesionaria en la venta de nichos, además de otras
alteraciones o inconveniencias que también han sido denunciadas. En
el caso del Ayuntamiento, por ahora solo nos ha dicho que se trata de
una maniobra de sus contrincantes políticos que no tiene ni pies ni
cabeza; en el caso del PSOE, aporta pruebas, que es lo que en estos
casos se pide como elemento imprescindible para que la denuncia
prospere. En medio de todo este embrollo, el ciudadano, que tiene que
vérselas con lo que entiende una actuación injusta y por la que
pide responsabilidades luego de haberlas solicitado en donde debía y
que no le fueron atendidas. Y este es el primer fallo: que cuando
alguien se queja y no de vicio de una situación cuando menos
inadecuada, el que tiene obligación de atenderle opta por negarle la
mayor. Y así ha sido hasta que los tiempos en los que el ciudadano
no conocía sus derechos han dejado paso a todo tipo de abusos, a
disponer de resortes legales que le permiten desenvolverse frente a
las Administraciones con soltura y derechos, y así obtener justicia
en donde en escasas ocasiones se había conseguido.
Nosotros
no entramos en razonamientos que puedan decantar al oyente hacia una
u otra postura, pero sí que deseamos fervientemente que este tipo de
situaciones no se produzcan en beneficio de un mejor entendimiento de
las partes y no menos la imagen de nuestro Ayuntamiento, que es quien
finalmente recibe el descontento de la ciudadanía, quejosa parece de
que las cosas del cementerio, desde que pasó a manos privadas, no se
desarrollan como antes. Es verdad que cuando la norma cambia, cuando
no siempre se puede hacer lo que uno quiere, cuando existen unos
horarios que hay que respetar, cuando los precios no son los que eran
y cuando se echa de menos información, lo lógico es que cunda el
desconcierto y de ahí las quejas, pero también lo es que ahora la
gestión de nuestro camposanto se ha profesionalizado y que la
obtención de beneficios empresariales aporta nuevos escenarios.
Eso
sí, evitar salir del atolladero blandiendo la espada de la envidia y
la mentira, y de que todos son muy malos menos nosotros, que somos lo
mejor de lo mejor, no es recomendable cuando la existencia de varias
denuncias de particulares parece probada. Por eso la situación
demanda con urgencia la información que conviene a la ciudadanía,
que para eso, recordemos, es quien acaba pagando los platos rotos de
los enfrentamientos y de las concesiones administrativas que no han
tenido en cuenta que este tipo de situaciones se podían dar. El
cementerio forma parte de las creencias de muchas personas y es ahí,
en ese recinto, donde se desprenden de los suyos y lo quieren hacer
en las mejores condiciones de accesibilidad y económicas. Del resto,
por muy importante que sea, no quieren saber nada. Y como cuando se
decidió que fuera una empresa privada la que gestionara este
servicio, no se tardó un minuto en asegurar que solo supondrían
mejoras a todos los niveles, si ahora se reclama un trato justo para
todas las necesidades y se responde, a lo que parece, con una
especial atención a los caprichos de los usuarios porque éstos
representan un beneficio añadido, quizá se deberían releer las
condiciones de la concesión con el objetivo de evitar estos malos
entendidos.