lunes, 3 de marzo de 2014

EL ESTADO DE LA NACIÓN Y EL CIUDADANO

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El largo fin de semana que hemos compartido con amigos y familia nos ha servido de bien poco. La meteorología adversa, que suele aparecer justo cuando mejor nos vendría, ha participado activamente en que no disfrutásemos como nos merecemos de descanso tan esperado. Así las cosas, que cómo nos ha ido, pues ya saben: hemos tenido de todo, aunque muy especialmente en lo relacionado con el devenir político de nuestro país. Y es que hemos llegado al fin de semana confeccionando el paquete que nos han dejado las mujeres y los hombres de la política una vez se han despachado a gusto en el Congreso de los Diputados sobre el estado de la nación, un encuentro anual que hacen entre ellos y que, cuando finaliza, diríamos que estamos peor que cuando lo iniciaron. Sobre todo mientras estuvieron andando por las nubes, relatándonos una situación que para nada se parece a lo que realmente padecemos, y recordándonos cómo estábamos hace unos años y cómo ahora, que nosotros hemos buscado algo en lo que comparar y sinceramente no hemos hallado nada, no al menos no con respecto a que estemos mejor o a punto de estarlo.

Y esta vez, que conste, ni siquiera nos hemos aproximado al tema con interés de llevarle la contraria a nadie. En realidad sí que nos decidimos desde el primer instante a escuchar y a aprender, pero no nos fue posible coger hilo. Quizá porque el mensaje de los implicados en el debate no fue del todo fluido o porque no fuimos capaces de entenderlo, que todo puede ser. Nos relajamos una vez hemos comprobado que no ha sido solo en nosotros y sí en buena parte de la población, que ha tenido oportunidad de así expresarlo en una encuesta exprés que realizaron cuando finalizó el debate, y una gran mayoría ha sido sincera y ha afirmado que no se había enterado de nada; la otra restante, es que no ha querido ni escucharlo. Sus razones tendrán, por supuesto, pero sería bueno recordar aquí y ahora que estos señores y señoras que tan mal nos caen a casi todos, cuando se implican en los debates siendo conscientes de ser observados por la ciudadanía, se comportan radicalmente distintos a como lo hacen cuando nadie les ve, es decir, que una cosa es lo que dicen que van a realizar y otra diferente es lo que en realidad hacen.


Sin embargo, este tipo de encuentros en la cuarta o quinta fase son siempre interesantes y sería bueno que les prestáramos más atención. Es más, frotándose las manos deben estar cuando hayan escuchado el resultado de la encuesta a la que antes nos referíamos, porque eso de que una buena parte de la ciudadanía haya preferido no asistir a través de la televisión a sus respectivas actuaciones les sirve para seguir sin hacer nada o lo menos posible para arreglarnos la situación que ellos mismos han propiciado, primero, y luego consolidado. Se equivocan los que aseguran que de política no quieren saber nada, porque todos son unos tales o cuales y que lo mejor es no hacerles caso; y se equivocan porque lo queramos o no formamos parte de la política local, provincial, autonómica y nacional. De ser así no estaríamos autorizados luego para criticar lo que hacen y deshacen, pero de eso sí que sabemos y a eso siempre nos prestamos. La crítica nos gusta y nos distrae, cuando no nos sirve como un infalible relajante. Pero no sirve de nada que no sea quedar bien o mal entre las amistades con las que solemos comentar la situación. Deberíamos ir más lejos, aproximarnos allí donde se decide por nosotros sin previamente consultarnos y avisar a nuestros gestores de que estamos a su lado para controlarles y para que sus decisiones no acaben dañando nuestros intereses. De la forma en la que actuamos ahora, y más si el partido en cuestión ha conseguido mayoría absoluta o suficiente, hará y deshará lo que mejor le venga a sus interés, y les recordamos que éstos casi siempre son económicos.