Cómo
cambia y cómo nos cambia la meteorología… Y de este detalle
pueden darnos buena nota los establecimientos dedicados a la limpieza
de los automóviles y otros vehículos, que son los que de verdad
aprovechan estos días de bonanza para hacer caja, luego de meses sin
casi estrenarse debido al temporal que hemos soportado a lo largo de
semanas y semanas con cielos cubiertos y lloviendo. Nos cuentan que
también en los talleres mecánicos se nota algo de movimiento, como
si el buen tiempo sirviera para recordarnos que, antes de poner en
marcha nuestro coche para realizar desplazamientos, una magnífica
decisión es acudir al profesional a que nos diagnostique en qué
estado se encuentra y qué renovar para ponerlo a punto. Ahora solo
faltan los que dedican su esfuerzo empresarial a los neumáticos, los
equipos ópticos, y la chapa y la pintura, que también atisban
mejoras atendiendo a los presupuestos que vienen dando a los
clientes.
Por
lo tanto, si con todos estos datos aseguramos que la meteorología
influye en el automóvil privado, tanto si es buena como todo lo
contrario, es evidente que no exageramos. Al contrario, es en estos
meses, aunque debemos recordar que no es bueno echar las campanas al
vuelo y convencernos de que todo el monte no es orégano, es decir,
que aún quedan tempestades por recibir y despedir y muchos días en
los que salir a la calle será un problema, cuando más se nota en
nosotros las ganas de acudir al coche y salir con él en busca de
paisajes, gastronomía o amigos y familia. Y todo porque el coche,
nuestro coche, nos sitúa en poco tiempo allá donde nos apetezca, y
además lo hace con comodidad y seguridad. Por otro lado, porque
también forma parte de cómo somos, de cómo nos expresamos
utilizando el coche como medio inevitable de prestigio ante los
demás.
Luego
está lo que puede devenir como consecuencia de su uso, lo que
conocemos como problemas de mecánica o incluso el accidente, que
también debemos sopesarlo y tenerlo en cuenta, sobre todo si hacemos
lo posible por evitarlo. Y es sencillo, que conste, aunque siempre,
claro, que solo dependa de nosotros, porque sabemos que a veces la
responsabilidad del inicio y del final del accidente se debe a
distracciones, fallos o excesos de los demás, que también cuentan y
que, de hecho, debemos tener tenerlos en cuenta en todo momento,
practicando lo que se conoce como conducción a la defensiva, o sea,
estar más pendientes de los demás que de nosotros. Y no es que
tratemos de echar por tierra la ilusión de sacar a la carretera a
nuestro coche, que ha pasado estas últimas semanas más tiempo
encerrado que en la calle. En todo caso se nos debe entender que de
esta forma se lo propongamos a ustedes porque andamos a diario con
datos sobre los accidentes registrados en ciudad y carretera, y se
nos ponen los pelos de punta solo con pensar que alguno de nosotros
nos podamos ver involucrados.
Lo
mejor que podemos aconsejarles, teniendo en cuenta que, como ustedes,
solo somos unos aficionados a la hora de calificarnos como
conductores, es que sigan su propia intuición en todo momento,
aceptando que el peligro existe y que es real, y que no siempre los
accidentes les ocurren a los demás. Si comparamos el tráfico con
uno de los bombos que contienen los números de la lotería, en él
también está nuestro número. Afortunadamente, hasta ahora no nos
ha salido y puede que, como ocurre cuando jugamos algún décimo,
tampoco lo haga nunca, pero no conviene perder de vista que este
invento no para de dar vueltas y que cualquier aciago día puede
darnos un disgusto. Que no nos coja desprevenidos y que sea de
consecuencias mínimas, porque recordemos que en los accidentes
también existen las categorías. No obstante, nada de miedos
injustificados y sí atención máxima. Seguro que nos sale todo
bien.