viernes, 14 de marzo de 2014

LA METEOROLOGÍA Y EL COCHE

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Cómo cambia y cómo nos cambia la meteorología… Y de este detalle pueden darnos buena nota los establecimientos dedicados a la limpieza de los automóviles y otros vehículos, que son los que de verdad aprovechan estos días de bonanza para hacer caja, luego de meses sin casi estrenarse debido al temporal que hemos soportado a lo largo de semanas y semanas con cielos cubiertos y lloviendo. Nos cuentan que también en los talleres mecánicos se nota algo de movimiento, como si el buen tiempo sirviera para recordarnos que, antes de poner en marcha nuestro coche para realizar desplazamientos, una magnífica decisión es acudir al profesional a que nos diagnostique en qué estado se encuentra y qué renovar para ponerlo a punto. Ahora solo faltan los que dedican su esfuerzo empresarial a los neumáticos, los equipos ópticos, y la chapa y la pintura, que también atisban mejoras atendiendo a los presupuestos que vienen dando a los clientes.

Por lo tanto, si con todos estos datos aseguramos que la meteorología influye en el automóvil privado, tanto si es buena como todo lo contrario, es evidente que no exageramos. Al contrario, es en estos meses, aunque debemos recordar que no es bueno echar las campanas al vuelo y convencernos de que todo el monte no es orégano, es decir, que aún quedan tempestades por recibir y despedir y muchos días en los que salir a la calle será un problema, cuando más se nota en nosotros las ganas de acudir al coche y salir con él en busca de paisajes, gastronomía o amigos y familia. Y todo porque el coche, nuestro coche, nos sitúa en poco tiempo allá donde nos apetezca, y además lo hace con comodidad y seguridad. Por otro lado, porque también forma parte de cómo somos, de cómo nos expresamos utilizando el coche como medio inevitable de prestigio ante los demás.

Luego está lo que puede devenir como consecuencia de su uso, lo que conocemos como problemas de mecánica o incluso el accidente, que también debemos sopesarlo y tenerlo en cuenta, sobre todo si hacemos lo posible por evitarlo. Y es sencillo, que conste, aunque siempre, claro, que solo dependa de nosotros, porque sabemos que a veces la responsabilidad del inicio y del final del accidente se debe a distracciones, fallos o excesos de los demás, que también cuentan y que, de hecho, debemos tener tenerlos en cuenta en todo momento, practicando lo que se conoce como conducción a la defensiva, o sea, estar más pendientes de los demás que de nosotros. Y no es que tratemos de echar por tierra la ilusión de sacar a la carretera a nuestro coche, que ha pasado estas últimas semanas más tiempo encerrado que en la calle. En todo caso se nos debe entender que de esta forma se lo propongamos a ustedes porque andamos a diario con datos sobre los accidentes registrados en ciudad y carretera, y se nos ponen los pelos de punta solo con pensar que alguno de nosotros nos podamos ver involucrados.

Lo mejor que podemos aconsejarles, teniendo en cuenta que, como ustedes, solo somos unos aficionados a la hora de calificarnos como conductores, es que sigan su propia intuición en todo momento, aceptando que el peligro existe y que es real, y que no siempre los accidentes les ocurren a los demás. Si comparamos el tráfico con uno de los bombos que contienen los números de la lotería, en él también está nuestro número. Afortunadamente, hasta ahora no nos ha salido y puede que, como ocurre cuando jugamos algún décimo, tampoco lo haga nunca, pero no conviene perder de vista que este invento no para de dar vueltas y que cualquier aciago día puede darnos un disgusto. Que no nos coja desprevenidos y que sea de consecuencias mínimas, porque recordemos que en los accidentes también existen las categorías. No obstante, nada de miedos injustificados y sí atención máxima. Seguro que nos sale todo bien.