martes, 1 de abril de 2014

CÁRITAS INFORMA

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El Informe 2013 de Cáritas española, que se ha distribuido con el título de “Desigualdad y derechos sociales. Análisis y perspectivas”, muestra de forma inapelable la dimensión real de los efectos que entre la población española está teniendo la crisis, especialmente entre los más pobres. Ya el año pasado se nos dijo por parte de los responsables de esta organización solidaria, que España se encuentraba frente a una pobreza más extensa, intensa y crónica. Los datos del informe de este año confirman que ese proceso de empobrecimiento se ha profundizado en extensión e intensidad. Sin embargo, el hecho más destacado es el incremento severo de la desigualdad social, que ahora más que nunca muestra una sociedad fracturada. Según la organización, la fractura social se ha instalado entre nosotros y con el tiempo cada vez será más difícil que las personas empobrecidas puedan salir de la exclusión. Es más, el incremento de la desigualdad ha venido acompañado de una disminución de los recursos de protección social pública en su vertiente redistributiva y asistencial, que es lo que faltaba para consolidar aún más tal situación denunciable.

En cuanto a la brecha que se ha abierto entre las personas empobrecidas y las personas con más posibilidades de acceso a bienes y servicios, Cáritas la califica de alarmante. Los ingresos medios de las personas más ricas de España es siete veces superior al nivel medio de ingresos de quienes tienen menos rentas. Y desde el comienzo de la crisis, esta diferencia se ha incrementado en nada menos que un 30%. Al analizar el comportamiento de la renta por persona, el informe comprueba que las cifras actuales son muy similares a las que existían hace más de diez años, lo que invita a pensar en más de una década perdida. Es decir, la renta de 18.500 euros que como promedio recibieron los españoles en 2012 es inferior, en términos de capacidad adquisitiva, a la que ya existía en el año 2001. Asimismo, desde 2007 la renta media ha caído un 4 %, mientras que los precios se han incrementado en un 10 %, lo que ha provocado un deterioro de las rentas de los ciudadanos españoles sin parangón en las últimas décadas.

Para los autores del informe, el rasgo más preocupante de la evolución de la renta durante la crisis es el aumento sin precedentes de la desigualdad en su distribución, ya que desde 2006 los ingresos de la población con rentas más bajas han caído cerca de un 5 % en términos reales cada año, mientras que el crecimiento correspondiente a los hogares más ricos ha sido el mayor de toda la población. Por otra parte, la destrucción de empleo y la moderación salarial han sido determinantes en la reducción del nivel de renta de los hogares españoles, a lo que cabe sumar el efecto negativo sobre la renta disponible que han tenido tanto algunos de los cambios en las prestaciones sociales, como la reducción de las cuantías de la prestación contributiva de desempleo, las mayores exigencias para percibir el subsidio y el aumento de algunos impuestos, como el incremento de los tipos marginales del IRPF y de los tipos del IVA.

Todo lo que les estamos contando explica que los indicadores de desigualdad en España arrojen los niveles más altos de la Unión Europea. Y de cara al futuro, de acuerdo con la opinión de los responsables de Cáritas, se confirma que existe un riesgo notable de que el ensanchamiento de las diferencias de renta entre los hogares españoles se enquiste en la estructura social. En su opinión, procesos de dualización social como este conllevan riesgo real de ruptura, lo que significa que el no dotarnos de los mecanismos redistributivos necesarios supone empujarnos a la fragmentación social. El porcentaje de hogares en los que todos los activos están sin trabajo ha aumentado del 2,5 % al 10,6 %. En términos absolutos, el Informe indica que se ha pasado de 380.000 hogares en esta situación antes de la crisis a más de 1.800.000 a finales de 2012.


Como advierte Francisco Lorenzo, presidente de Cáritas española, “nuestra apuesta por los derechos sociales dará cuenta de los valores que realmente tenemos como sociedad, pues solamente seremos democracia si garantizamos los derechos sociales de los más vulnerables”. Si es verdad que la pobreza y la exclusión hieren el corazón, la desigualdad es un escándalo ético y político.