miércoles, 9 de abril de 2014

LA CLASE POLÍTICA COMIENZA A VENDERNOS LA MOTO

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Que los tiempos en los que se convocan unas elecciones, aunque sean, como en este caso, europeas, es decir, que no nos pillen tan de cerca como podían ser municipales, autonómicas o generales, generan controversias entre los partidos políticos, es algo que conocemos más que de sobra, que para eso llevamos convocando a la ciudadanía a las urnas desde hace más de treinta años y algo queda siempre. Que justo en estos días conocemos las opiniones personales y de partido de los líderes que los representan, también sabemos de ello. Y todo porque se trata sencillamente de defender el pan de los suyos, porque no otra cosa hace mejor un político que luchar por su puesto de trabajo, que, recuerden, no es otro que el de vivir de la política todo el tiempo que les sea posible, y hacen bien, que para eso están en lo que están. Lo mismo diríamos de cualquier otro especialista en lo suyo, que debe estar al tanto y a la calle de su tarea, que para eso le pagan.

En el caso de la clase política, evidentemente, es que nos invitan a participar en la elección de los mejores y este detalle no siempre es sencillo si tenemos en cuenta que a muchos de ellos o ellas ni los conocemos. Otra cosa es cuando el que nos pide su aprobación y apoyo es de aquí, de cerca, y sabemos de él o ella más de sobra para premiarlo con nuestro voto, aunque también es verdad que entre que la gente tiene en mente no votar y que cada día que pasa conocemos más y mejor para qué nos lo piden, que no es precisamente para hacernos la vida más fácil y sí para que ellos saquen adelante su proyecto personal y político, el voto les cuesta más de lo habitual. Cierto que los que se consideran, más que votantes, feligreses, por aquello de que su voto siempre es para los mismos, a los que por cierto nos los encontramos en todos los bandos, volverán a depositar su apoyo en forma de voto en cualquiera de las elecciones que se convoquen, pero de esos también se nota que andan escamados hasta con los suyos, y son los que finalmente formarán el gran grupo que conoceremos después de las elecciones como abstencionistas.

Y es que uno de los grupos de ciudadanos que parece ser consolidarán en las europeas y que ya se anuncia como muy importante en número, sin quererlo y sin propuesta de ningún tipo, se ha convertido en protagonista de una de las citas más importantes que tiene el ciudadano para con su futuro: las elecciones. Votar significa participar y, además, los que ejercen esta fórmula especial de democracia lo hacen convencidos de que si no lo hacen ellos, lo harán otros, que serán los que finalmente ganarán la convocatoria. Es así de sencillo. Por otra parte, que luego nadie se queje de cómo están las cosas o de las decisiones que en su nombre tomarán los gestores, porque no están autorizados para representarse ni así mismos. Lo queramos o no, solo desde la política se puede cambiar lo que no nos gusta y no siempre es obligatorio ocupar un puesto en el ayuntamiento o en cualquier otro lugar en el que sea necesario resultar electo, porque existen infinidad de vías desde las que nuestra opinión puede defenderse allí donde se plantean las reclamaciones y demandas de la ciudadanía.


De otra forma es sencillamente imposible y de hecho así nos va, es decir, que en escasísimas ocasiones la clase política ha atendido nuestra opinión. Es más, para ellas y ellos no existe mejor situación para el desarrollo de sus tareas, ya que hacen y deshacen sin control alguno, porque tampoco crean ustedes que la postura de la oposición, que son los partidos que no tienen responsabilidad de gobierno, va más allá de quejarse públicamente de lo que entienden que está mal hecho o no responde al proyecto que se aprobó en su día. Y no sea agobien ustedes, señores y señores, que si nosotros no tenemos una idea definida de lo que es y debe ser la política, ellas y ellos tampoco tienen intención de darnos detalles.