martes, 8 de abril de 2014

SEMANA SANTA Y ROMERÍA

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El hecho de que no sea la primera vez que nos enfrentamos, con solo una semana de diferencia y solapándose algunos actos, con la semana santa y la romería, por supuesto que nos viene muy bien para solventar el problema que pueda suponer para quienes no acaban de entender que es posible, que no pasa nada y que, finalmente, se trata de dos festividades ligadas a la cristiandad con la misma fuerza y el mismo objetivo, aunque ciertamente la diferencia reside sobre todo en que la primera se desarrolla en un tiempo de recogimiento cristiano, aunque también es verdad que cada vez menos para algunas personas, y que la romería es todo lo contrario, porque se trata de ensalzar a la Madre de Dios que hace solo unos días la veíamos llorar por la pérdida de su Hijo paseando las calles de la ciudad. Por eso decimos que la experiencia también en este aspecto nos viene muy bien para interpretar el papel que nos toque protagonizar de forma que nos permita vivir ambas celebraciones como éstas merecen, que es lo que en ningún momento debemos olvidar en beneficio, no solo de la imagen pública que merecen, sino para la exaltación de lo que con tanta pasión se hace.

En nuestra ciudad, y no es la primera ni la última vez que lo digamos, se produce este encuentro cristiano de forma que la normalidad se impone y que la totalidad de la población lo entiende, quizá porque se trata de dos enraizadas y viejas creencias. Cada una de ellas tiene su lugar en el corazón de las gentes, las dos calan muy profundamente en todos nosotros y las dos también nos sirven para expresarnos ante los nuestros como realmente somos. Y esto es lo hermoso: que cuando, como este año, semana santa y romería conviven con una semana de por medio, nadie se da por aludido y lo tratan como algo normal que puede y debe vivirse con la intensidad que una y otra reclaman. Importante, no obstante, es que el tiempo acompañe y permita a unos y otros disfrutar de días de tanta intensidad, muy especialmente en el caso del procesionamiento de las cofradías de pasión por nuestras calles, para quienes la ausencia de lluvia es fundamental para el lucimiento de la hermosísima imaginería que encierran nuestros templos.

El resto, como hemos dicho, la ciudadanía lo lleva muy bien porque lo entiende. De hecho, vivir la semana santa en Andújar, en donde en el mes de abril abre las puertas al mundo y su capacidad de recepción parece no tener fin, supone el reencuentro con las tradiciones que con más pasión y recogimiento se viven. Y si a la romería acuden cientos de personas desde también cientos de lugares, si a la romería vienen con infinitas ganas de reencontrarse con María de la Cabeza, en semana santa lo hacen con más intención si cabe, porque no se trata de una celebración como tal y sí de una conmemoración de un tiempo en el que el sufrimiento extremo de nuestro Creador y su Madre se reviven con una fuerza digna de mención. Y precisamente para que esta realidad sea visible cada año, para que podamos compartir la felicidad del esfuerzo que han realizado los componentes de nuestras cofradías y hermandades, una semana al año nos convocan a vivirla con la dignidad que demanda y que nosotros, la calle, sabemos darle.


Ojalá este año podamos disfrutarla completa. Desde luego, el esfuerzo lo han realizado con la intención de cumplir el objetivo, es decir, que la particular manera que tienen los cofrades de enseñar el Evangelio al mundo se reviva una ocasión más, y de esta forma poner fin a los esfuerzos y deseos contenidos a lo largo de los trescientos sesenta y cinco días del año.