miércoles, 14 de mayo de 2014

CÓMO ESTÁ LA VIDA, SEÑORES

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No es que esté mal la vida, es que no puede estar peor, que es lo oímos repetidamente a quienes padecen los malos momentos de manera directa y brutal. Los datos, que corroboran las opiniones de quienes se mojan y exponen sus argumentos, avalan actualmente cualquier despropósito que nos pudiera parecer a primera vista. Si hace unas semanas estábamos muy mal, según la Encuesta de Población Activa existente en nuestro país, que son los datos oficiales que se remiten a Bruselas para que allí los valoren, ayer nos enterábamos de que los que a este informe ha incorporado el Ministerio de Trabajo, o sea, el Gobierno, no se corresponden para nada con la realidad. Así, todo indica que se han entretenido en incorporar o borrar de sus archivos todo tipo de trabajadores que perciben o no algún tipo de prestación para incorporarlos a los datos oficiales que se nos han entregado y que nos permiten deducir que el Ejecutivo está haciendo un gran esfuerzo económico para evitar lo que de hecho ocurre, que no es otra cosa que el descalabro de miles y miles de personas que no perciben ninguna prestación o subvención.

De hecho, la Fundación 1.º de Mayo ha elaborado un estudio con el objetivo de comprobar estas diferencias existentes entre los datos que el Gobierno ha dado a conocer con los que en realidad existen, y desde el principio aseguran que se han encontrado con importantes diferencias. En el estudio que les comentamos, los datos provienen también de la EPA, que repetimos es el mejor termómetro para conocer la realidad del mercado de trabajo en nuestro país, y que cifraba el número de parados hace unas semanas en casi seis millones. Por lo tanto, en este momento existen casi dos millones de parados cobrando. Por el contrario, los datos que aporta el Ministerio provienen de las oficinas del antiguo INEM y, según éstas, los trabajadores en paro que reciben subvenciones es de casi dos millones setecientas mil. Según los elaboradores de este estudio, todo se debe a que interesadamente en estos datos se han introducido cobros que precisamente nos los reciben los desempleados, ya que entre los beneficiarios vemos a prejubilados, entre otras muchas irregularidades, que para nada se pueden considerar desempleados.

La tasa oficial de ayudas al parado la encontramos en 2010 en el ochenta por ciento; hoy, en un sesenta por ciento. Como era de esperar, la duración de la crisis y las consecuencias derivadas de la escasez de trabajo ha acabado con las prestaciones y los subsidios que recibían estas personas sin que les haya dado tiempo a encontrar empleo. Estos gastos son unos de los más importantes de la Administración central desde que comenzó a crecer, concretamente en 2007, hasta llegar a los treinta mil millones de euros. En el primer trimestre de este año el descenso en prestaciones ha sido de nada menos que un poco más del quince por ciento. En este mismo período, el número de hogares en el que ninguno de sus miembros tenía ingreso alguno era de 736.900.



No obstante y afortunadamente, que cuatro millones de personas estén sin protección por desempleo, no quiere decir que la totalidad carezca de algún tipo de ayuda. Además del seguro de desempleo existen otras fórmulas de protección social para las personas que no tienen ingresos o rentas suficientes, como es el caso de los salarios sociales de las comunidades autónomas o algunos ayuntamientos. Con todo, las necesidades reales de quienes se encuentran entre los que aquí hemos reflejado los mantienen malviviendo en pésimas condiciones. Así, la economía sumergida y no menos el apoyo de los padres y abuelos, son por el momento su única fuente de ingresos atípicos, si es que los tienen. Mientras tanto, ya saben: España va bien y estamos saliendo de la crisis.